Casado estuvo brillante en su
discurso de clausura de la Convención Nacional del PP, donde a través de sus 10
puntos programáticos demostró que tiene un proyecto de lo más valioso –y útil–
para seducir a una gran parte del electorado perdido, sobre todo de los que
abominan de la desastrosa etapa de Rajoy y su holgazana actitud de siesta
permanente que encubría con una justificación reiterada: “Lo importante es no
molestar”.
Casado, por el contrario, dio la
sensación de que aspira a recuperar la noble idea que nunca debió perderse: La
de una España unida, libre y justa que, además de evitar la indigencia de los
más desfavorecidos –muchos de ellos creados bajo el socialismo–, aplique con
rigor cuantas leyes aún sean valiosas o reemplace las que rezumen pura revancha
social-comunista, como esa falsaria Ley de Memoria Histórica promovida por
Zapatero –que Sánchez ha ratificado y promociona al aumentar su dotación
presupuestaria–, y que el jefe de los populares quiere sustituir por una Ley
de Concordia entre los españoles.
Para que no todo sean flores y
violines a mayor gloria de Casado, debo añadir que al presidente del PP se le
escapó una frase bastante desafortunada cuando aludió a que “Cada voto menos
para el PP ha sido un voto más para los enemigos de la Nación”. Error, gran
error al dar la sensación de que el término enemigos de la Nación se dirigía a
Vox, sobre el que Rajoy había advertido a su modo unas horas antes. Un consejo,
Pablo: En cuanto puedas sustituye esa frase por esta otra o parecida: Cada voto
a los partidos de izquierda –de los nacionalistas ya ni hablemos– es un voto
menos a los partidarios de la lealtad y entrega a España.
A pesar de todo, el balance del
discurso de Casado, lleno de propuestas alentadoras, despierta no poca ilusión
entre los que aún no tenemos decidido el voto. Eso sí, dejando claro que nos
repelen los izquierdistas de todos los partidos y, sobre todo, a sabiendas de que Pablo
Casado no debe comportarse abruptamente como Rajoy cuando “expulsó” a los
liberales y conservadores al invitarles a abandonar el PP. Bastante tiene el
joven y brillante Casado con ir rebajando gradualmente, sin pausas, la gordura
de esos apelmazados michelines que el cobarde de Rajoy –cobarde en beneficio
propio– le dejó como “legado inalterable” y casi blindado en no pocas zonas,
pongamos Galicia. No, Casado no va a tenerlo fácil, pero algo posee a su favor:
Es gente de fiar en lo ético y en la defensa de España, acumula no poca experiencia política y diríase que cuenta
con algunos asesores de primera fila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.