Como
una especie de suplemento dominical, de esos que acostumbran a repasarse en
ciertas horas de las jornadas festivas, quiero traer hoy aquí un documento
excepcional del gran liberal republicano Salvador de Madariaga. El documento
refleja, en opinión de Madariaga, el atroz grado de terror e intimidación al
que se llegó en España unas pocas semanas antes del llamado golpe de estado
fascista, definido así según la terminología al uso de la época y que, cada vez
más abiertamente, pretende reeditarse como un método para glorificar en
nuestros días las actitudes violentas y sectarias que la izquierda utilizó
entonces.
Sepamos quién era Madariaga en el momento de establecer su
diagnóstico político. Lo primero que hay que decir es que fue un literato que también
ejerció de diplomático, con actuaciones notables en ambos campos. Graduado en
el colegio parisino de la Cheptel, obtuvo además el título de ingeniero de
minas. En 1916, tras ejercer un alto cargo en la Compañía de Caminos de Hierro
del Norte de España, se trasladó a Londres y profesó como redactor del Times.
Publicando asimismo, en inglés, su primer libro de crítica literaria. En 1921
ingresó en la Secretaría de la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra, que
era el equivalente a la actual ONU. Al año siguiente ocupó el alto cargo de
Director de Desarme de la Sociedad de Naciones, puesto del que dimitió en 1928
para ocupar la Cátedra de Literatura española en la Universidad de Oxford,
donde permaneció hasta 1931.
Madariaga
fue nombrado embajador de la República española en Washington y algo más tarde
representante de España en la Sociedad de Naciones, donde fue propuesto por la
delegación hindú como árbitro del conflicto hindú-musulmán. En 1932 pasó a
desempeñar el cargo de embajador en París. Recibió numerosos premios a su labor
diplomática y literaria y le avalan varias docenas de obras periodísticas y
sociológicas de primer nivel. Se habla aquí, pues, de un gran polígrafo, un
gran demócrata y un gran hombre.
Bien,
he aquí lo que pensaba Madariaga, un republicano de gran talento y preparación,
de la situación que se vivía en nuestra patria como consecuencia de la segunda
llegada al poder de los republicanos de Azaña y los socialistas, esta vez,
junto a otros grupúsculos políticos de izquierda y bajo la denominación,
impuesta por la Komintern (Internacional comunista) y aceptada por Largo
Caballero, de Frente Popular:
El
país había entrado en una fase claramente revolucionaria. Ni la vida ni la
propiedad estaban a salvo en ninguna parte. Es un prejuicio absoluto explicar
aquel estado de cosas con chillidos de loro en variaciones de la palabra
“feudal”. No se trataba ya de que al propietario de miles de hectáreas
otorgadas a sus antepasados por el rey Fulano de Tal le invadieran la
residencia y le dejaran el ganado sangrando con las patas rotas en los
humeantes campos de su propiedad. Era el modesto médico o abogado madrileño que
tenía un chalet con cuatro habitaciones y baño y un huerto del tamaño de un
pañuelo, que veía cómo le ocupaban la casa unos trabajadores de la tierra que
en absoluto carecían de casa ni pasaban hambre, y acudían a recoger la cosecha:
llegaban diez hombres a hacer el trabajo de uno y se le quedaban en casa hasta
que terminaban. Era el secretario local de jardineros que iba a decirle con
amenazas a la chica que regaba las rosas que todo riego tenían que hacerlo los
del sindicato; era un movimiento encaminado a prohibir la conducción del propio
coche e imponer la aceptación de un chofer del sindicato.
Salvador
de Madariaga, no lo olvidemos, fue inicialmente un entusiasta de la República a
la que sirvió desde posiciones muy significadas. Rescatada queda su opinión
para nuestra sección “Memoria histórica para todos”.
Artículo
revisado, insertado el 8 de enero de 2006 en Batiburrillo de Red Liberal
PD:
La obra de Madariaga, un europeísta apasionado y visionario, sigue
completamente en vigor, por ejemplo su elaborado trabajo Carácter y destino de Europa,
escrito sobre 1929 y revisado en 1951, en el que se entrevé lo que después de más de 50 años ha venido a ser nuestra Unión Europea.
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