Que el presidente extremeño,
Juan Carlos Rodríguez Ibarra, sea un personaje populista incapaz de sacar a su
región del último puesto en muchos índices de desarrollo —tal vez porque esa
querida tierra extremeña partió con demasiada desventaja al inicio de la Transición—
no obsta para que a veces puedan compartirse algunas de sus ideas. Ahora Ibarra
acusa a los nacionalistas periféricos y afirma
que: esa
falta de lealtad ‘de los menos con los más’ ha sumido a este país, después de
27 años de aprobada la Constitución, ‘en un sinsentido territorial’. En
realidad, actualizando la frase al año en que vivimos, 2015, cabría añadir que
la falta de lealtad se ha centuplicado después de 37 años.
Es exactamente lo que yo
creo y por tal motivo no hace mucho comenté que la Constitución española ya no
me gusta. A mí el cuerpo me pide una Carta Magna que le conceda algunas
competencias a los municipios y para de contar. Si la coartada de los
nacionalistas es pretender que la Administración se acerque al ciudadano, más
cerca que en cada pueblo es imposible. A las 17 naciones y nacioncitas que les
den mucho por donde amargan los pepinos. El sinsentido de ahora, que dice
Ibarra y yo secundo, no sé si acabará alguna vez o si primero será España la
que se acabe. Lo que sí es cierto es que no podemos vivir indefinidamente en el
filo de la espada, que es esa situación en la que en cualquier momento puede
surgir un descerebrado con el poder suficiente para darnos un disgusto a todos.
Ibarra concluye sus
comentarios en La Razón con un
párrafo de los que yo firmaría a gusto donde hiciera falta: Fue
un error considerar antifascistas a los etarras y fue un error considerar leales
con una nueva concepción de España a los nacionalistas periféricos. Ni unos ni
otros expresaron con valentía su condición. Los asesinos ocultaron su instinto
criminal y los nacionalistas periféricos ocultaron su instinto independentista.
Contra el secesionismo, la Ley, a condición de que haya un Gobierno que se
vista por los pies. Y si no basta, debemos retirarle nuestro apoyo a quien
consienta que la Ley se conculque e impulsar una reforma adecuada de la misma y
destinada al bien común, no a contentar a los cismáticos.
Las propias palabras del
socialista Ibarra, pronunciadas sobre todo contra la forma de proceder de su
partido, que es el que está consintiendo un desaguisado tras otro, demuestran
que el cáncer del nacionalismo corroe ya a toda la Nación española y hace que
nos enfrentemos, de momento verbalmente, incluso gente de la misma tendencia
política. Podrá decirse que tenemos lo que los ciudadanos han querido tener y
que en democracia cualquier idea es defendible con la palabra. Muy bien, lo
acepto. La voz del pueblo es la voz de Dios, siempre que ese pueblo tenga
alguna posibilidad de expresarse libremente y no se encuentre tan manipulado por
su clase política, como ocurre sobre todo en Cataluña y Vascongadas desde hace
más de 35 años.
Precisamente por todo ello,
al constatar que este modelo de Estado no funciona y es proclive a toda clase
de engaños, traiciones y posturas insolidarias, en lo sucesivo voy a defender
otro modelo en el que las comunidades autónomas no existan. Muerto el perro se
acabó la rabia, desaparecidas las comunidades y los fueros el nacionalista lo
será de su pueblo y poco más. Ibarra, como los niños y los borrachos, dice la
verdad de lo que piensa. O eso creo. Ya va siendo hora de que algunos otros
digamos nuestras verdades. A mí me interesa una nación que funcione y de la que
sentirme orgulloso, la española, lo que hay ahora no me enorgullece nada porque
mire hacia donde mire todo es odio y enemistad.
Es evidente que los
políticos no se dedican a crear las condiciones más favorables para impulsar
nuestro bienestar y seguridad, bien al contrario, invierten todo el tiempo en
conciliábulos y maquinaciones desestabilizadoras. Véase si no la reunión entre
ZP e Ibarretxe, de la que nada sabemos pero de la que se sospecha lo peor a
juzgar por la trayectoria de ambos fulanos. Véase esa otra entrevista donde
Maragall y Mas, otros dos sectarios omnipotentes, acordaron pasarse por un
determinado lugar buena parte de las recomendaciones del Consejo Consultivo de
la Generalidad, que declaraba fuera de la Ley el proyecto de estos
impresentables para un nuevo Estatuto. O el encuentro que se ha producido hoy
mismo entre Maragall y Carod, donde la “imaginación” del segundo ha decidido
que la solución es reformar la Constitución, o sea, convertirla en papel mojado.
Pero bueno, ¡esto que es!
Que alguien me diga si se ha dado ya la voz de “marica el último” porque yo no
la he oído y se me está quedando cara de tonto. Necesito saberlo para ver en
qué parte de mi pueblo tengo que colocar la barricada y el letrero de “no
pasarán”, no vaya a ser que al final mis paisanos y yo mismo acabemos asociados por narices a una de esas “naciones” expansionistas donde todo es tan
demócrata y tan justo... para ellos.
Frase del día: "La
fidelidad comprada siempre es sospechosa y, generalmente, de corta
duración". Tácito.
Artículo
revisado, insertado el 8 de septiembre de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal
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