Resultado claro del 27-S: Una Cataluña ingobernable (422)

Los números hablan por sí solos y pueden ser resumidos en una breve frase: ¡A tomar por saco el separatismo! Imagen: OKdiario

El calamitoso Artur Mas —Arturu hasta hace cuatro días— ha dejado a los catalanes la peor herencia posible: La Cataluña ingobernable y fragmentada por el odio. Y digo herencia porque todo apunta a que Mas no tardará en ser paseado en procesión... pero a título póstumo. Es tal el hedor a cadáver político que desprende Artur Mas, que solamente la torpeza de esa tropa de separatistas insertos en el Juns por la pela —cuya condición no puede ser más heterogénea en todos los aspectos y por lo tanto incapaces de llegar a un acuerdo para formar gobierno—, evitará que Arturet se marche de inmediato al Canadá, donde tarde o temprano (la única duda es cuándo sucederá) otro nacionalista furibundo le dará alojamiento y asiento a la lumbre.

Y así, junto a la lumbre, Mas verá pasar uno tras otro los largos inviernos canadienses, mientras se embarga por completo de melancolía a cuenta del agradable clima mediterráneo que perdió a causa de su propia vileza. Si tal hecho sucede, melancolía incluida, para Mas todo habrá concluido en un espléndido ejemplo de justicia poética. No toda la justicia que en realidad se merece semejante monstruo, porque ha hecho muchísimo daño a España y dentro de ella sobre todo a los catalanes, a los que ha dejado fuertemente enfrentados unos contra otros, pero al menos es de esperar que en esa pena de destierro que le aguarda, ojalá que a no tardar, Artur Mas languidezca por completo, muy, muy despacito y alejado lo suficiente para que no siga haciendo tanto daño.

Es lo que normalmente ocurre en política con el bando que se cree vencedor y en realidad ha perdido al no haber logrado esa mayoría no ya absoluta sino galáctica que preveía en sus ensoñaciones. O dicho de otro modo, los del Juns hicieron la cuenta o el cuento de la lechera y calcularon que en el peor de los casos sacarían el 70% de cualquier valor que tuviese algún valor, valga lo valorado. Es decir: 70% de escaños, 94-95 (todos asignados al Juns); 70% de los votos emitidos, 2,87 millones (todos arramblados por el Juns), y así cualquier número digno de tenerse en cuenta y proclamarse a los cuatro vientos.

Lo que ocurre es que casualmente esa cuenta-cuento no les ha salido ni de lejos aun cuando difundieron todo un decálogo destinado a los indecisos, puesto que han sacado 62 escaños y el 39,5% de los votos emitidos. Y esos datos, por más que el inicuo Artur Mas asegure que "¡ha ganado Cataluña!" —otro canalla que considera que él es Cataluña—, aun  cuando se disfracen de victoria absoluta y se proclamen como el inicio de la marcha hacia la independencia, a unos cuantos de la lista "ganadora" no les valdrá ni para seguir en ella. Y mucho menos para chupar cargo. ¿Incluyo a Artur Mas en la condición de diputado transeúnte y usado para tirar? ¡Sí, el primero! Y desde luego a unos cuantos más de entre los que proceden de Convergencia, el PP (Partido Pardillo) de la lista del Juns, que parece mentira que no adviertan que la izquierda puede llegar a ser tan ladina y traidora como ellos mismos.

De tal forma que la izquierda proletaria y trionfant, en todas sus versiones (ERC-CUP-Catalunya si que es pot, etc), más la indecisión del PSC, que aún no sabe si es carne o pescado en lo que se refiere al soberanismo y además posee tendencia a dejar las riendas sueltas a sus militantes, lo más probable es que se una para fulminar a la clase guapa y burguesa catalana auspiciada desde hace 37 años por el pujolismo. Lo del ayuntamiento de Barcelona fue un primer indicio, es decir, cualquier zarrapastroso de la mura de babor hizo piña con la 'zumbá' de la Colau (lista solo para lo que a ella le conviene), donde incluso el PSC dirigido por ese tándem de torpes bailarines apellidados Sánchez e Iceta decidió dar su apoyo al radicalismo de garrafa que encabezaba la tipa de los escraches. Lo del ayuntamiento de Badalona ya fue la leche, se unió el submundo de los pelafustanes izquierdosos y nombraron alcalde a uno de la Cup, esa formación antisistema cuyo principal eslogan político es la insumisión ante cualquier ley que no les entusiasme y a sabiendas de que no aceptan ninguna.

De modo que, como primer análisis de cuanto nos ha dejado la jornada electoral de ayer, digamos que todo apunta a una Cataluña por completo ingobernable, con los diversos grupos de izquierdas dándose dentelladas entre ellos o a lo sumo respetando inicialmente el alto el fuego mientras acuerdan el número de parientes que puede enchufar cada partido en el inmenso organigrama de la Generalidad de Cataluña, incluidos los centenares de empresas públicas y asociaciones que controla —que la izquierda además de despótica es sobre todo nepótica—. Eso sí, después de desalojar de las poltronas a cuanto convergente lleva años y años dejando en ellas la huella de su culo. De entrada, que se vayan preparando unos cuantos de la TV3%, lo que no significa que esa televisión mejore en nada, simplemente los detritus que emita apestarán de otro modo.

Por último me gustaría destacar lo mejor del resultado: Los separatistas no cuentan con fuerzas suficientes como para proclamar de inmediato la independencia, y ellos, digan lo que digan en sus declaraciones, lo saben de sobras.