El
régimen nacionalista catalán está sustentado en un gran pilar falsario: “el
catalán es el idioma propio de Cataluña”. En efecto, para el nacionalismo sólo
es el catalán. Ningún otro idioma es propio de esa tierra, por ejemplo el
castellano, aun cuando más de la mitad de la población (53%) lo tenga por materno frente a otra parte sensiblemente menor (35%) cuyo idioma materno es el catalán. El resto son los idiomas aportados por los emigrantes. Alrededor de ese axioma sagrado de “la lengua propia”, en realidad tan
insostenible como los ídolos del paganismo, gira toda la vida política y
“normalizada” de la supuesta nación catalana: los debates parlamentarios, la
enseñanza a cualquier nivel, las administraciones de la Comunidad y los
ayuntamientos, las actividades culturales que merecen alguna subvención oficial
con el dinero de todos (catalanohablantes o no)... e incluso la religión.
Sí, la religión, puesto que el catolicismo en Cataluña, en contra
del espíritu ecuménico que debería poseer, es nacionalista pertinaz mucho antes
que cristiano y por lo tanto no duda en mostrarse beligerante
con el enemigo exterior que presuntamente lo oprime. Eso sí, se finge malherido
cuando alguien airea sus escandalosas vergüenzas y exige respeto mientras
destina todo su desprecio a más de la mitad de una población que no considera
propia a causa del idioma que utiliza. Un hecho éste, el desprecio —quizá sería
más adecuado el término humillación—, perfectamente reflejado en la proporción
de misas y sacramentos destinados a los fieles “impropios”, como se demuestra
mediante la evidencia de que en el 94% de localidades
catalanas no es posible asistir a misas en español.
Jaime
Balmes, catalán de Vic y precursor en la crítica de ciertas posturas
aborrecibles, nos dejó una frase que merecería ser enmarcada: “Sucede muy a
menudo que el hombre se engaña primero a sí mismo, antes de engañar a los
otros”. Si hay una ideología política cuyos adeptos viven en el autoengaño
permanente, sin duda alguna es el nacionalismo, puesto que no sólo elabora una
patria a partir de ideas tan descabelladas como engañosas, sino que precisa
localizar enemigos y declararse víctima de ellos. Y claro, para que la justicia
triunfe ante una situación tan atroz, se precisa una España plural (versión
PSC) o un Estado plurinacional (versión ERC). En cualquier caso, todo debe ser
múltiple y variado para que cada cual tenga su acomodo y el nacionalismo
también se sienta a gusto sin recibir imposiciones de ningún tipo.
Lo
que ocurre es que si hay una característica que define con rotundidad al
nacionalismo, además de la ceguera, es la hipocresía, porque siempre está
dispuesto a pedir para sí, muy especialmente en los ámbitos que no controla, lo
que es incapaz de ofrecerle a los demás. Anteriormente se ha tomado como
ejemplo la religión y se le ha sumado el idioma, facetas inmanentes en el
nacionalismo. La pregunta surge de inmediato: ¿Qué clase de cristianismo se
practica en Cataluña? Lo más fraterno sería que la palabra de Dios, como los
religiosos definen a esas homilías salpicadas de citas evangélicas, fuese
transmitida en el idioma del pueblo. Es decir, que se buscase el mayor grado
posible de pluralidad para hacerlas más comprensibles. Y ya se ha visto antes
que se le niega la opción del idioma a los “impropios”.
Hoy (12 de noviembre de 2005) he recalado en una página de Internet que ejemplifica todo lo expuesto
anteriormente. Se denomina “Església Plural”
(Iglesia Plural). En portada aparece una fotografía del papa Juan Pablo II
(usada a mi entender indebidamente y como un falso mascarón de proa), así como
distintos recuadros que remiten a aspectos varios del nacional-catolicismo
catalán. También me ha llamado la atención el uso que se hace, en la columna de
la izquierda, de uno de los iconos falsificados del nacionalismo: Verdaguer,
sobre el que se destaca, exclusivamente, su amor a Cataluña, algo que siempre
sería encomiable, pero sobre el que se omite cualquier referencia al amor que
el poeta igualmente sentía hacia España, palabra reflejada en varias ocasiones
en su obra. El panegírico acerca del ilustre
autor reza del siguiente modo: “Verdaguer és un geni de la literatura
universal, comparable a Virgili, Dante, Shakespeare o Víctor Hugo”. Es decir,
un clásico latino, un italiano, un inglés y un francés. Luego para quien elogia
a Verdaguer, poeta que en verdad no careció de méritos, no existe ningún autor
español que sumarle al panteón de líricos ilustres a los que comparar.
En
la página de Església Plural, reitero, Plural, de entrada no es posible
alcanzar la pluralidad de leer sus secciones en español. No existe esa opción.
O lees en catalán cuanta pluralidad allí se encierra o si tu idioma es el
castellano, como el de más de la mitad de la población catalana, se te niega el
derecho a relacionarte en tu propio idioma con una de las asociaciones de la
Iglesia catalana que se declara plural. Cierto, Església Plural no es una página
oficial del Obispado de Barcelona, pero está consentida y apoyada por la
Jerarquía. Si se pincha en “Qui som?”
(¿Quiénes somos?), puede leerse que se definen a sí mismos como una asociación
de cristianos, procedentes de diferentes ámbitos de la Iglesia de Barcelona...,
que “pretenem una Església més plural i pròxima a les necessitats de les
persones de la nostra època”. Es decir, para estos cristianos (¿?) pluralistas
(¿?) no hay personas en nuestra época, y mucho menos en Cataluña, que necesiten
conocimientos o atención religiosa en el idioma castellano.
Pero
si se repasa un poco más el “Quiénes somos”, puede llegar a advertirse alguna
que otra frase nacional-imperialista, y no precisamente de corte religioso:
“Església Plural té la voluntat de col•laborar i rebre col•laboracions de tots
els grups, persones i entitats d'arreu de tot l'espai sociocultural català, i
esdevenir una eina al servei de totes les esglésies dels Països Catalans”
(El subrayado es mío). A destacar, finalmente, que desde la primera página de
Església Plural es posible acceder a una serie de artículos de prensa, más de
la mitad de los cuales fueron publicados por el diario ultra Avuí, que
remarcan sobremanera la ya descarada postura nacionalista de esta asociación
sedicente en lo cristiano y lo plural e inconsecuente con lo uno y lo otro.
Y
es que el nacionalismo es en sí mismo una religión a todos los efectos. Desde
el punto de vista de quien lo practica, cualquier actividad de la vida, sea
material o espiritual, debe ponerse al servicio de su causa. Como toda ideología
totalitaria a ultranza, y el nacionalismo es una de las peores, necesita entrar
bajo palio en las iglesias para rodearse de una aureola de virtud que no posee.
Lo hizo así el catolicismo franquista, dándole cobertura espiritual al régimen
del dictador, y lo hace de un modo similar el catolicismo catalán, que no sólo
defiende la nación imaginada por unos cuantos políticos sin escrúpulos, e
incluso el imperio de los “Països”, sino que en más de un monasterio, como
Montserrat o Pedralbes, se gestó en la década de los setenta la autocracia
política que hoy rige en un territorio, Cataluña, donde la libertad y la
democracia se hayan a buen recaudo. Con un agravante para el catolicismo
catalán: su atroz hipocresía. Porque al menos el régimen franquista no presumía
de plural.
ACTUALIZACIÓN
(13-11-05) : El arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, ha sido
denunciado ante la Prelatura del Nuncio Apostólico en España. La razón que se
expone en la denuncia
es la homilía del arzobispo en la que pidió "a la Virgen de la Merced que
bendiga a nuestras autoridades, en todos los ámbitos y niveles, y también su
trabajo, especialmente el que están realizando en la reforma del Estatut".
El
denunciante, señor Fortea, recoge en su escrito numerosa documentación, que
aporta, y destaca que Lluis Martínez Sistach realizó su homilía cuando ya
estaba aprobado el texto del Estatut, en el que pueden observarse, entre otros,
tres puntos que Fortea destaca de especial importancia:
1.-
La "libre decisión de la mujer al propio cuerpo y a su salud reproductiva
sexual" que se vincula al aborto libre.
2.-
El "derecho a morir con dignidad" que se vincula con la elección de
la propia muerte o eutanasia.
3.-
La escuela laica.
La
denuncia ante el Nuncio Apostólico en España requiere la obligatoriedad de
traslado al Vaticano, donde será el propio Papa quien decida sobre la misma.
Artículo
insertado el 12 de noviembre de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal
Nota del 17-09-2015:
A día de hoy sí es posible leer en español la Web de Església Plural.
ResponderEliminarPues la iglesia nazionalista son los obispos que señalas, unos cuantos curas, cada vez más viejos y por tanto con caducidad en breve y unos cuantos fieles que ponen a Cataluña (su Cataluña soñada e inventada) por encima de Dios.
Luego hay un montón de católicos, tal vez más que estos, que no pisan las iglesias porque las misas en catalán no le dicen nada, pero donde hay un cura que se dedica a ejercer de cura, se le llena la iglesia, lo que pasa es que son pocos y perseguidos.
Pero al parecer en Roma las cosas van demasiado despacio y no hay directrices sobre la actitud del clero ante el nazionalismo.
Al paso que van, dentro de pocos años el catolicismo habrá desaparecido de vida pública en Cataluña. Para gran satisfación de la mayoría de los políticos separatistas. Y es que los clérigos no aprenderán nunca.
Pacococo
Disculpa que haya tardado tanto en dar de alta tu comentario, no lo he visto hasta ahora.
EliminarEn cuanto a lo que comentas, estoy bastante de acuerdo, si bien yo juraría que antes de que desaparezca el catolicismo en Cataluña lo hará el nacionalismo. Entre otras razones porque le lleva 18 o 19 siglos de ventaja y al final, como tú apuntas, intervendrá Roma poniendo a los obispos adecuados.