Decía
Aristóteles que en las adversidades sale a la luz la virtud. Como frase
complementaria y antagónica a la anterior, que asimismo nos enseña otra parte
no menos llamativa de la realidad, el clásico quizá prefirió omitir que ante
los reveses surge a menudo el ser despreciable que uno lleva dentro y que con
frecuencia constituye el verdadero yo. Josep Huguet, consejero de Comercio de
la Generalidad de Cataluña (año 2005), perteneciente a la Esquerra Republicana (me resisto a asociar la palabra Cataluña a este partido) y por lo tanto de
ideología nazi, no sólo ha sido incapaz de rectificar su disparatado comentario
en el que comparaba a los catalanes perjudicados en el boicot comercial, por
fortuna muy pocos de ellos, con las víctimas del holocausto judío, por
desgracia una cifra angustiosamente inmensa, sino que se ha reafirmado
en sus declaraciones y las ha justificado a partir de su condición
de historiador. Huguet, con su segundo comentario —también con el primero—, ha
demostrado que se puede llegar a ser, a la par, un político nefasto, un pésimo
historiador y una mala persona.
Lo que ocurre es que el nacionalismo catalán (igual que cualquier
ideología totalitaria), uno de cuyos representantes más astrosos es Huguet, no
puede dejar de exhibir a gran escala y horas 24 su condición victimista, ya que
es una pose destinada sobre todo a sus propios correligionarios, porque si
renunciara a la posición de agraviado que se erige en representante de toda una
nación (hay quien está convencido de que Cataluña lo es), entonces lo más
probable es que perdiese una de las armas más características de toda corriente
nazi: la falsedad con la que se envuelve cualquier circunstancia menor para
transformarla en un ataque cruel y de ese modo tener derecho a una defensa no
menos cruel. Una defensa que el nacionalismo enfatiza, por supuesto, y en la
que se dice que cuando todo va tan mal, de ahí que se compare el boicot al cava
con el holocausto, no debe ser tan malo probar lo peor. ¿Y en qué consiste ese
lo peor para los ciudadanos catalanes que el partido nazi, del nazi Huguet, no
tendría reparos en proponerles? Digámoslo en lenguaje blandito: En soltar
amarras respecto a España, felonía que ya probó su antecesor Companys y que el
sicario Huguet, como historiador con orejeras, es decir, un tipo no menos traidor al que le
hemos visto su verdadero yo, no dudaría en reeditar a las bravas.
La
pregunta que sugiere el presente artículo es: ¿Qué clase de gobierno rige
Cataluña para que un personaje de la infame catadura de Huguet haya llegado a
consejero y aun así le permitan que redoble los rebuznos? Pues en 2015 todo está mucho peor y las orejeras se cuentan por miles, todas pastando en el asfalto de la Meridiana.
Artículo
revisado, insertado el 13 de diciembre de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal
PD:
Por si fuese poco todo lo anterior, a lo largo de los años Huguet ha ido
radicalizando su odio hacia España y en cuanto ha tenido ocasión ha soltado
alguno de sus rebuznos: Tal es el caso de una serie de tuits, de octubre de 2014, donde
afirmaba que el ébola podía considerarse la peste española y suponía una
amenaza para la estabilidad de la Unión Europea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.