El
gobierno de Cataluña hace tiempo que se ha convertido en la casa de 'Tócame
Roque', es decir, en la guarida de una banda de facinerosos donde la gente hace lo que le viene en gana y donde sus inquilinos no cumplen la
Ley ni se ocupan de la gestión de las cuentas públicas destinadas al bienestar de los ciudadanos. Es gentuza que desea que algunas cosas vayan
mal, y las desatienden ex profeso (destinando esas partidas presupuestarias a
lo que más les conviene), porque así tienen la excusa para afirmar que la
culpa es de Madrid o de España, que nos roba. Y claro, cómo no vas a querer
separarte de quien te roba. Bien, pues esa forma de actuar en política se llama
hijoputismo y el nacionalismo lo practica a todas horas. De hecho, es casi su única actividad junto a la propaganda basada en patrañas.
La obsesión de estos degenerados que ahora mandan en la Generalidad
catalana, regodeados a menudo en sus ilegalidades, es hacer números para ver dónde
destinan cada euro que le pillan al Gobierno de España, eso sí, saltándose a la
torera cualquier presupuesto previo y siempre que se trate de potenciar el
secesionismo. Y así, cientos y cientos de millones durante los últimos años. De
cómo empezó tanta mugre nacionalista desde la Transición para acá, así como del
sujeto que más hijoputismo ha practicado en Cataluña, es posible leer el
siguiente artículo del año 2006, donde ya se intuía la deriva hacia el abismo:
Una
de las claves para entender lo que está sucediendo en España partiría de la
base de aceptar, si se quiere con algún matiz, que en la región catalana no
existe la democracia ni ha existido por más que se vote. No puede ser llamada democrática una sociedad como la
catalana, que carece de medios informativos dispuestos a ejercer la crítica
hacia los políticos locales, por lo que cada proceso electoral, sea autonómico,
sea general, se convierte en una orgía plebiscitaria que acaba por elegir al
90% de sus representantes por el simple hecho de ser nacionalistas, unos más de
izquierdas y otros más de derechas, pero nacionalistas al fin y al cabo. No,
esa sociedad está decididamente enferma y se sabe que el virus de la enfermedad
se lo inoculó hace muchos años un desquiciado ególatra llamado Jordi Pujol, sobre el que Tarradellas nos advirtió muy seriamente.
Pujol, en una entrevista
publicada hoy (15 de enero de 2006) en el diario ABC tiene las santas
narices de decirnos que “Cataluña es España [todavía], pero lo es a su manera”.
La entrevista a Pujol estaba enlazada a este blog, pero extrañamente, puesto
que hay otras entrevistas anteriores y posteriores, el enlace a esta de 2006 ya
no se conserva activo en el ABC. A Jordi Pujol, que da la impresión de haber pronunciado la frase
con una idea en su mente: "¡Dios mío la que he liado!", le ha faltado
especificar cuál es esa manera de ser España de los catalanes, porque si no lo
indica es como afirmar lo mismo pero de cualquier otra región española, ya que
todas poseen su personalidad, sus tradiciones y su cultura. E incluso algunas de
ellas también una lengua regional o segunda lengua.
La diferencia es que, salvo
excepciones poco significativas, los ciudadanos de casi todas las comunidades
autónomas hacen compatible sus modos de ser con el sentimiento de
pertenencia a España, que es algo que cada vez ocurre menos en Cataluña, donde
vemos a diario cómo los políticos y muchas organizaciones, a veces denominadas
culturales pero siempre muy subvencionadas, desmienten
la afirmación de Pujol, destinada con toda seguridad a contentar a unos
lectores de ABC que considera tan españolistas como ingenuos. Porque otra de las características de Pujol es que siempre ha sido un perfecto cobarde y su método ha consistido en ir adoctrinando casi en la clandestinidad, a una velocidad en la que no se debían disparar las alarmas para no perjudicarle. Pero claro, después de 35 años el adoctrinamiento es total y casi perfecto al menos en la mitad de la población. Y hasta qué punto llegará la perfección del método Pujol, que muchos de los adoctrinados (conozco a varios) niegan tajantemente que haya existido.
No,
Pujol no es creíble desde hace mucho tiempo. Ni lo era cuando proclamaba su
gran aportación a la gobernabilidad del Estado, mientras la socavaba en el
medio y largo plazo a través de un feroz adoctrinamiento anti español, ni lo es
ahora —ya delincuente confeso en 2014— cuando afirma que Cataluña es España, pero a su
manera. La frase de Pujol, digna de tenerse muy en cuenta en el mundo de los
incautos, no puede serle aceptada como sincera por cuanto su trayectoria
política ha consistido precisamente en lograr todo lo contrario, que Cataluña no sea
España. Nos hallamos, pues, una vez más, ante el político que ha
representado desde siempre, con mayor constancia que nadie, la doblez del
nacionalismo y el presumir de lo que se carece: la lealtad, carencia que ha
determinado una Cataluña muy nacionalista, angustiosamente nacionalista, y muy
poco democrática, ¡nada democrática por más que presuman de ello!
Ahora
bien, ¿qué tiene todo esto que ver con la situación actual española? La
respuesta es simple, Cataluña aporta al Parlamento español un número anormal de
parlamentarios no nacionalistas: 6 sobre 47.
Y si hablamos del Senado, aún es peor: 0 sobre 16. A partir de unos datos tan
significativos, que en el caso del Congreso de los Diputados representan el 13%
del posible respaldo al Gobierno de turno, los partidos políticos nacionales
están obligados a ganar por mayoría absoluta o a someterse al chantaje de los
nacionalistas para lograr mantenerse en el poder durante los cuatro años que
dura una legislatura. Hay políticos, como en el caso de Aznar tras su primera
victoria, que no repararon en pagar un peaje al nacionalismo con tal de
gobernar. Pero a mi juicio las decisiones de Aznar, aun siendo graves como la
cesión a Pujol en el tema de la lengua y la fulminación de Vidal-Quadras, no
representaron poner a España patas arriba, sino todo lo contrario, la prueba la
tenemos en el hecho de que volvió a ganar y por mayoría absoluta como
consecuencia de su buen hacer en la economía y la ausencia de corrupción.
No
es el caso de Zapatero, que no repara en pagar el mayor precio que pueda
pedírsele a un presidente de gobierno, como es la fractura de España a través
del estatuto catalán, que será el resultado de lo que se acuerde con los
nacionalistas catalanes y que dará lugar a que enseguida le llegue al umbral de
la Moncloa, rascando la puerta con la patita y soltando aullidos, toda una
jauría de perros de presa nacionalistas procedentes de otras regiones. Y es que
este hombre del talante no acaba de ser consciente de que toda decisión acarrea
unas consecuencias, las cuales pueden llevarnos a convertir a España en
crónicamente ingobernable o en un mosaico de gobiernos regionales, más de uno
de ellos de carácter totalitario, donde cada cual vaya a lo suyo como en la casa de 'Tócame Roque'. Y eso si no
acaban por declarar persona non grata a más de un ministro, como creo que
quieren hacer en Murcia con la ministra Narbona.
De
hecho, España es ya ingobernable. Si un estatuto como el catalán, que no es más
que un reglamento liberticida en perjuicio de los ciudadanos catalanes, carece
de críticos en la propia Cataluña, eso quiere decir que se hará cualquier cosa
al margen de la democracia con tal de que sea aprobado. Y si es preciso, se producirá incluso más de un acto violento
contra quienes pretendan explicar los inconvenientes de dicho estatuto. Luego
la situación antidemocrática que se vive en Cataluña, enquistada desde hace
tiempo, seguirá impidiendo que en España sea posible la estabilidad política y,
sobre todo, la continuidad sin sobresaltos de la propia nación española. Si
hubiese que apuntar hacia un personaje para responsabilizarle del inicio de
tanto desmán, no tengo ninguna duda al respecto, señalaría a Pujol, el farsante
mayor del reino de España.
De acuerdo. ¿Pero quienes mantuvieron al personaje en la cima mirando para otro lado ante lo que hacía?
ResponderEliminarTodos los presidentes de esta presunta democracia. Tal vez por alguna razón no explicable. Y no sé por qué, cuando sale esto a colación, me acuerdo del episodio de las uvas de El Lazarillo. Pero no sé por qué.
Pacococo
No puedo estar más de acuerdo. Siempre ha dado la sensación de que el presidente del gobierno español de turno esperaba a que fuese su sucesor quien metiera en cintura a este mal bicho.
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