Y los tres tipos tienen un denominador común: Son unos corruptos |
El artículo que sigue a este párrafo es para que
el indocumentado de Pedro Sánchez, el mismo que asegura que Rajoy es el culpable
de lo que ocurre en Cataluña, tome nota otra vez de lo que hacía su socialismo cuando
gobernó en el Palau de la Generalitat:
En la cuestión
idiomática, los nacionalistas catalanes siempre han querido vivir y hacer vivir
en monolingüe a los ciudadanos de Cataluña. Para ellos sólo debe existir un
idioma, el catalán. El español o castellano debe desaparecer cuanto antes
mejor. Si por ellos hubiese sido, y no especulo en absoluto sino que deduzco tal
intención por la trayectoria que han llevado en todos estos años de gobiernos
nacionalistas, la última reforma lingüística hubiese declarado al catalán como
el idioma único y oficial para todo el territorio. Y créeme, Perico, que
conozco bien a esta gente por haber vivido entre ellos durante 40 años.
Estoy convencido
de que no lo hicieron así porque no pudieron, ya que hubiese conculcado descaradamente
la Constitución española y de ahí se deduce que esa normativa del Parlamento
catalán, mejor dicho, de los nacionalistas catalanes —que poca diferencia hay—,
hubiese sido declarada inconstitucional. Pólvora en salvas, a fin de cuentas,
que no quisieron gastar, de modo que la última reforma, que además tiene gracia
que fuese la segunda en un asunto tan serio, se quedó justo al borde de la Ley de
leyes e incluso diría que la sobrepasó en algunos aspectos, acerca de los
cuales el señor Aznar prefirió mirar para otro lado y no interponer el recurso
correspondiente. Eran los tiempos felices en los que el pujolismo, tras el
pacto del Majéstic, no paraba de echarle flores al presidente del Gobierno.
¿Qué sentido tuvo
aprobar una ley lingüística en el 97, concretamente el 30 de diciembre, cuando
hubo otra en el 87, la llamada eufemísticamente de normalización? Muy simple:
cada 10 años una nueva vuelta de tuerca y siempre aprovechando la debilidad del
gobierno de la Nación y la necesidad de éste de contar con el apoyo
parlamentario nacionalista. Siguiendo con esa misma tendencia, no sé si será en
el 2007 o antes, pero el nuevo estatuto de Cataluña, de ser aprobado tal cual
indica el proyecto, dispone que el catalán sea un idioma de conocimiento
obligatorio para todos los residentes en esa región, que será llamada nación.
Semejante modo
de actuar, “in crescendo”, dice mucho de la democracia que se vive en Cataluña,
donde al ciudadano se le coarta el uso de uno de los dos idiomas oficiales. Sí,
es posible usar el castellano en las conversaciones del metro y en la calle.
También hay la posibilidad de ir a ver una película doblada en español y
adquirir un diario o ver la televisión “estatal” en ese idioma. Incluso en las
librerías lo que más abunda aún es el libro en castellano. Pero es que resulta
que el cine, los periódicos y los libros dependen de la iniciativa privada y la
demanda de los usuarios. Y nadie quiere perder un suculento negocio porque esa
demanda existe de acuerdo con la realidad idiomática del ciudadano catalán, una
realidad que la política oficial del nacionalismo quiere variar a cualquier precio.
Por tal motivo,
los nacionalistas no dudan en crear nuevos reglamentos y normas de segundo
rango, como la obligación de impartir la totalidad de las clases en catalán
incluso para la enseñanza de adultos, una enseñanza cuyos alumnos no olvidemos
que son principalmente personas mayores o ancianos procedentes de otras
provincias no catalanas. Eso sí, ahora se habla de que en ciertos colegios se
impartirán clases de beréber. Es comprensible, el beréber no será nunca rival
para el catalán, el español o castellano lo es desde hace siglos. Otra norma de
nueva creación es esa “policía lingüística” que persigue sistemáticamente a
cualquier empresa privada que no esté en condiciones de prestar el servicio
conforme al nivel de calidad idiomática que los “policías” consideren. Un
rimero de denuncias y sanciones económicas se desprenden de su actuación.
Bueno, en realidad no es policía lingüística, sino chivatos a tanto la
denuncia. Y la figura de los chivatos es lo más propio de los regímenes
totalitarios como el que hay en Cataluña.
Con todo, el
problema no es la Ley, sino el cumplimiento de la misma. Cuando una institución
pública utiliza la Ley como una coartada para justificar sus fechorías
políticas, y se arguye que la Ley dice esto o aquello, en realidad sólo se
pretende tapar la boca de los ciudadanos que protestan. Pero ¿y cuando la ley
no se cumple? Hoy se ha conocido un nuevo caso que denuncia la Asociación por
la Tolerancia: "Para tener derecho a percibir la ayuda será requisito que la lengua que se utilice en las actividades de información y formación sea el catalán". Es decir, el dinero de todos los catalanes sólo se entregará a los que hablen
catalán en exclusiva, porque a esos sí les llegará la pasta.
Con semejante medida a cargo
del republicano Huget, consejero de comercio, el nacionalismo catalán ha vuelto
a demostrar que no es demócrata y que en absoluto representa a la totalidad de
los ciudadanos. Lo suyo es simple sectarismo y arbitrariedad, puesto que la
decisión, según la denuncia de la Asociación por la Tolerancia, además de
incumplir de lleno de la Constitución, artículos 3, 14 y 51, contraviene
igualmente la Ley de Política Lingüística, artículo 3, y el Estatuto de
Cataluña. ¿Lo sabrá Pascual Maragall? ¿Hará algo al respecto? ¿Y el gobierno
socialista de Rodríguez Zapatero, actuará de algún modo? Mi desconfianza es
absoluta, creo que estás gentes, nacionalistas y socialistas catalanes, saben
de sobras que se han situado en el terreno de la impunidad y actúan sin la
menor dignidad y con el mayor descaro.
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