Si en el mundo no hubiera más tontos que pícaros, los pícaros no tendrían de quién aprovecharse para vivir. |
La
nueva inserción de este artículo me viene al pelo para recordar que Pedro Sánchez
(medio bobo y medio pícaro) culpó hace poco a Rajoy de la deriva del
nacionalismo en Cataluña, y añadió que ese nacionalismo se radicaliza cuando
gobierna el PP. El lector que haya seguido los artículos de este blog habrá
advertido numerosas evidencias de que un alto porcentaje de radicalidad en los
nacionalismos periféricos se ha dado sobre todo en la etapa del bobo ZP,
absoluto culpable de haber consentido la deriva que el bobo de Sánchez achaca ahora
al Partido Popular. Si le apetece, lea a continuación una muestra de bobería y
picaresca.
Si a un bobo le das un lápiz, una de dos: o lo gasta
compulsivamente o le rompe la punta y se echa a llorar. Pero si es un bobo el
que le da el lápiz a otro bobo, entonces es más que posible que juntos puedan
llegar a incurrir en la bobería sin límites. Porque la tontuna o necedad es la
única condición humana cuyo confín se desconoce y encima permanece en expansión
igual que el universo. Tal ha sido el caso del bobo Moratinos, quien a instancias
de su patrón el bobo solemne ha terminado por abrirle a Carod-Rovira el armario
de los lápices. Y claro, el pícaro Carod —la picaresca es el complemento ideal
de la tontería— no ha dudado ni un instante en declarar que Cataluña en la
cuestión internacional espera unas “relaciones privilegiadas” y “estrictamente
bilaterales” con Andorra, Portugal y Marruecos, además de con Francia, que las
da ya por hechas.
La frase expuesta por el pícaro, “estrictamente
bilaterales”, me ha sonado a una de esas declaraciones altisonantes que ciertos
dirigentes no alineados pronunciaban en la ONU de los años sesenta, en plena
Guerra Fría, cuando apelaban a la no injerencia de las grandes potencias o a la
descolonización inmediata de ciertos territorios africanos. De modo que estaría
muy bien la toma de postura del político separatista —destinada quizá a las
radicalizadas bases de su partido— si no se diese una realidad que la hace
imposible: ni Cataluña es aún un país no alineado, sino una región de España,
ni el estado donde se integra esa región pretende mantenerla como una colonia.
Y es más, el ministerio de Asuntos Exteriores tampoco es la ONU, ni
Carod-Rovira ocupa el cargo adecuado como para ir imponiéndole normas diplomáticas
a una de las naciones más antiguas del mundo. Otra cosa es que Moratinos, a
causa de la cobardía que paraliza al gobierno socialista ante sus socios
carroñeros, no haya sido capaz de responderle como se merece.
Otro detalle que me ha llamado la atención, por cuanto
demuestra que la hipocresía de Carod —como la necedad de Moratinos— es algo sin
límite alguno, se desprende de una segunda frase pronunciada por el separatista
confeso, en la que asegura que las relaciones (¿se refiere a España-Cataluña?) se
desarrollarán “en un espacio de lealtad institucional y de colaboración mutua y
recíproca”. A lo que uno, como es lógico, se pregunta: ¿Puede ser institucionalmente
leal quien declara que España no le es simpática y afirma que su proyecto es la
secesión? No, me temo que no. Sospecho que la labor en ciernes del antiespañol
Carod, que ha comenzado por anunciar su intención de abrir delegaciones de
Cataluña en todo el mundo —aún no se atreve a llamarlas embajadas o consulados—,
comenzando por las ciudades de Lisboa, París, Roma, Buenos Aires y varias en Estados
Unidos, podría llegar ser definida de cualquier modo menos de lealtad
institucional. Luego aquí, con la visita de “estado” del pícaro separatista, lo
que se ha pretendido es lanzar un globo sonda para comprobar hasta qué punto
llega la nulidad de un ministro dispuesto a envainársela para seguir en el
poder.
Se imagina alguien a Carod visitando con semejantes
ínfulas la sede de Exteriores si al frente del gobierno de España figurase
Aznar y el ministro del ramo fuese Rodrigo Rato, por ejemplo. Puede alguien
sospechar al héroe de Perpiñan diciéndole a Zaplana o a Vidal-Quadras, en el
supuesto de que uno de ellos ocupase el lugar de Moratinos, que las relaciones
de Cataluña serán “estrictamente bilaterales” con determinados países. No, es
imposible concebir algo así. La diferencia estriba en el sentido de la
responsabilidad de unos y otros en el cumplimiento de la Ley, mientras que los
populares se muestran respetuosos con las normas, e intentan transformarlas
cuando la sociedad realmente lo demanda, los socialistas y los separatistas son
partidarios de asaltar las leyes, soslayarlas o considerarse por encima de
ellas, tal y como ha demostrado recientemente otra joya del nacionalismo,
Ibarretxe.
Naturalmente, para que algo así suceda y la felonía campe a sus anchas, deben darse una serie de
condiciones que lo permitan. La primera de ellas es que al frente del gobierno
de España se sitúe un individuo cuyos dos rasgos más característicos sean la
necedad y la falta de escrúpulos, a los que sin duda hay que añadirles la molicie
y el espíritu pusilánime. Y como tal circunstancia resulta que se dio hace casi
tres años, de ahí que al cabo de poco tiempo no tardase en el oírse el
pistoletazo de salida que puso en marcha la anárquica competición de pícaros,
aprovechados, desleales y cínicos. Y todos ellos con el mismo propósito: alcanzar
una meta diferencial para su tribu de diseño. Lo que inicialmente les fue
consentido atolondradamente —y sigue así—, hasta el punto que nuevamente se
confirma el aforismo del clásico: Si en el mundo no
hubiera más tontos (ZP-Moratinos) que pícaros, los pícaros (Carod) no tendrían
de quién aprovecharse para vivir. Pero claro, ya lo dijo Bernard Shaw: “La
osadía de los tontos es ilimitada, y su capacidad para arrastrar a las masas,
insuperable”.
Artículo
revisado, insertado el 1 de febrero de 2007 en Batiburrillo de Red Liberal
Con personas como Vd. y sus comentarios, a algunos se le podrían abrir la sesera. Asimismo podrían enterarse de lo que vale un peine. Mts.
ResponderEliminarGracias por comentar. Espero verle a menudo por aquí. Un saludo cordial.
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