No me ha apetecido documentarme demasiado porque tengo clara en la
memoria esa etapa fascistona en la que Jordi Pujol, ya presidente de la
Generalidad, se envolvió en la bandera de Cataluña y al más auténtico estilo
totalitario llamó a la turbamulta a ocupar la Plaza de San Jaime para frenar un
procesamiento inminente como consecuencia del choriceo que se trajo con la
Banca Catalana. Felipe González, entonces con muy poca experiencia y sin la enorme mala leche de Pujol (que llevaba años recopilando información secreta de sus rivales) se cagó por la pata abajo al ver las imágenes
de una multitud que rendía pleitesía al führer catalán y dio órdenes tajantes
para que nadie le tocase un pelo. Y a Pujol el chollo le ha durado al 100% hasta
hace cuatro días, que en la actualidad lo mantiene al 90%, tanto él como sus
caterva de hijos y asociados en el delito, entre los que cabe incluir a Artur
Mas, heredero del que en su día fue testaferro del capitoste nacionalista.
El fiscal del caso, Carlos Jiménez Villarejo, confesó recientemente que "30
años más tarde, el tiempo ha dado la razón y sentido a la querella que presenté
junto con José María Mena". Y añade: "Los fiscales generales del
Estado que nombró el PSOE me prohibieron investigar a Pujol" (¡qué no sabría Pujol, a través de su "CNI privado" los numerosos trapos sucios de sus enemigos políticos), por lo que "se creó un clima de
impunidad en torno a Pujol", dado que el expresidente catalán era
"invulnerable ante la justicia".
El nuevo führer del nazionalismo separatista catalán, Arturo Mas, ha
mejorado en mucho la parafernalia fascista de su antecesor en el partido del
3%, esa Convergencia de las sedes embargadas y la financiación irregular, y por
lo tanto ha decidido que a él no le basta con dejarse arropar en San Jaime,
sino que necesita que se le vea cómo hace con descaro el saludo nazi-fascista del brazo en
alto y los cuatro dedos de la mano separados (el quinto se lo podía meter en el
culo) ante la sede del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Juraría que
este delincuente de Mas está convencido de que va a pasarle lo mismo que a
Pujol: ¡Impunidad total para lo que ha hecho y lo que haga en el futuro!
Estamos en vísperas electorales y no creo que la Justicia decida nada
antes de las generales, pero si el partido que alcance el poder, el que sea, no
se dedica a perseguir a Mas y a su banda mediante la Abogacía del Estado y el
Fiscal General, entonces deberá tener en muy cuenta que algunos (tal vez muchos) dejaremos
de votar 'pa' siempre a ese partido.
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