Ayer domingo (6-5-2007)
experimenté la alegría de ver a Sarkozy ganar la presidencia de Francia. No por
ser un candidato marcadamente liberal, que no lo es ni de lejos, puesto que en
el país vecino es punto menos que imposible ser liberal de la noche a la mañana
cuando el Estado maneja más del 50% del PIB y se cuentan por docenas y docenas
las grandes empresas públicas, sino porque representa un cambio claro de
tendencia en lo económico y además rechaza la fobia que, desde De Gaulle para
acá, los presidentes franceses han tenido siempre tanto a otros países europeos como a los USA, una nación
admirable como hay pocas. Eso sin contar que Sarkozy ha condenado con
rotundidad el nefasto mayo del 68, fecha en la que podríamos establecer que
nació el culto contra cualquier idea real de progreso y esfuerzo y, a cambio,
se adoptó la del progresismo analfabeto como modelo a seguir. Ya se sabe:
“Queremos lo imposible y además lo queremos enseguida”. Suministrador: Papá
Estado.
El candidato de
la derecha francesa ganó, además, con un programa nada retraído y diciéndoles a
los votantes lo que esperaba exactamente de ellos: "más capacidad de trabajo,
más seriedad, mayor excelencia en la dedicación profesional y mucho más respeto
y amor a la patria". ¡Ahí queda eso! Naturalmente, en la noche de la resaca
electoral francesa la izquierda y los antisistema decidieron que había que
celebrarlo a lo grande y ocasionaron numerosos estragos callejeros y se enfrentaron a
adoquinazo limpio a los antidisturbios. Claro que lo que en realidad pretendían
—¡qué raro!— era atacar las sedes de la derecha y dejar constancia de su “juego
limpio”.
Estoy convencido
de que en España no es posible encontrar a un líder de partido que sea capaz de
entusiasmar a los votantes con un proyecto similar al del francés Sarkozy, aun
cuando buena parte del electorado tradicionalmente abstencionista se lo
pensaría en serio si tuviese esa opción. Si bien hoy por hoy no es posible en España. La
izquierda, porque no quiere algo distinto a la propaganda y el ambiente
enrarecido, donde cree que dispone de mayores recursos al usar su falta de escrúpulos.
Luego a la izquierda solamente es posible definirla así: antes muerta que
patriota y decente. Y si es la derecha, tampoco podemos contar con ella porque
le teme demasiado al “qué dirán” y se finge de centro, como si declararse
centrista no supusiera asumir en muchas ocasiones lo peor de la izquierda y de la
derecha.
Por otra parte,
y espero que Rajoy haya tomado buena nota, en Francia ha saltado por los aires
ese falso mito de que la izquierda siempre gana cuando el porcentaje de
votantes es muy alto. Un mito absurdo que jamás ha tenido en cuenta la alta
abstención, por ejemplo, de los no nacionalistas en todas las elecciones
autonómicas y sus respectivos refrendos estatutarios. Un mito al uso del
perdedor —pongamos el centrista Piqué— que en Cataluña ya había sido desterrado
cuando Vidal-Quadras, nuestro Sarkozy despilfarrado en labores europeas y
finalmente defenestrado del PP, demostró que era posible llegar a la gente con un
lenguaje claro y firme, que incluyese tanto la denuncia de la política indigna
como la exaltación de los valores más apreciados desde siempre. Quizá por eso
mismo al final lo alejaron incluso de Europa.
Artículo
revisado, insertado el 7 de mayo de 2007 en Batiburrillo de Red Liberal
PD (23-10-2007):
Precisamente ayer vimos a Sarkozy en Madrid, en el congreso del Partido Popular
europeo, animando a Mariano Rajoy y respaldándole, junto a otros jefes
populares de Europa, respecto a una labor económica cuyos frutos son
incuestionables. Lástima que a Mariano le falte la entereza de Sarkozy para
solventar el problema de Cataluña y corregir otros asuntos muy serios, de los
cuales hoy solamente citaré dos: Las más de 100.000 vidas anuales que se
pierden en los abortos y la vergonzante falta de separación de poderes, con una
Justicia más mediatizada cuanto más alto es el tribunal.
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