El reconocimiento de las víctimas de la
represión "no puede trasladarse a todas las ideologías" porque "no se
puede comparar a los golpistas con la superioridad ética de un Gobierno
legítimo y democrático". Tales han sido las palabras, según he
leído en LD, ABC y otros medios, del comunista Joan Saura para justificar que
en la nueva ley de memoria histórica, denominada "Memorial Democrático"
en Cataluña, se olvide por completo a los represaliados de derechas y tienda a
ensalzar a unas supuestas víctimas de izquierdas que en muchos casos fueron
criminales. O lo que es lo mismo, bien muerto está cualquiera que no fuese
comunista, socialista o separatista, si esas muertes se produjeron en Cataluña durante
la II República y la Guerra Civil. Loados sean sus ejecutores, transcurridos
setenta años. Condenados sean los "fascistas" que cometieron la
osadía de asistir a misa dominical, a las puertas de cuyos templos eran
aguardados para ser apresados. Inclúyanse también, como unos desaprensivos a
los que no conviene recordar, a esos cientos de militantes del POUM (partido de
ideología marxista no estalinista) que fueron masacrados por órdenes de Negrín
(presidente del Gobierno), con la apatía más que interesada de Companys, el
golpista condenado a 30 años de prisión por la propia República y
posteriormente, ya amnistiado por el Frente Popular, transformado en un
genocida al recuperar la presidencia de la Generalidad y desde ese alto cargo
dedicarse a todo tipo de crímenes y asesinatos.
Si hubo un territorio donde las represiones
se contaron por miles y los represores poseían la misma catadura moral de los
que ahora gobiernan, ese fue Cataluña, que permaneció en manos de una coalición
nacional-socialista o del Frente Popular, de comportamiento nada ético y muy antidemocrático,
desde la implantación de la II República, en 1931, hasta la caída de Barcelona,
poco antes del final de la Guerra. Fueron ocho largos años en los que el mayor
desamparo que imaginarse pueda afectó a los católicos, a los no partidistas
políticos, a los moderados o a los que abominaban del estalinismo aun siendo de
izquierdas. Se acosó, se robó, se incendió, se torturó y se asesinó a miles de
personas que no compartían la ideología de los que mandaban. Se usaron para
ello los llamados tribunales populares, cuyas cárceles fueron conocidas como
checas, a las que hubo que añadirles campos de internamiento porque no daban a
basto. Se produjo una oleada de exiliados como nunca se había visto hasta
entonces en la región catalana. Muchos, a riego de su propia vida, se pasaron a
lo que iniciada la Guerra Civil fue conocida como “Zona Nacional”, donde
combatieron con gran valor. De mis lecturas de siempre, recuerdo ahora a los
voluntarios del Tercio de Montserrat, compuesto de valerosos requetés
catalanes.
No, decididamente Cataluña no es la región
de España que pueda presumir de un pasado ético y democrático durante el
lamentable episodio de la Segunda República y la Guerra Civil, ni su gobierno
de hoy, que comparte la misma ideología política de los totalitarios de
entonces, está en condiciones de arrojarnos nada a la cara al resto de los
españoles. Joan Saura, con su propuesta de “Memorial Democrático” a favor de
unos (delincuentes los más) y decididamente en contra de otros (sus víctimas
los más), ha demostrado ser un magnífico aspirante a hacerse con el podio en
cualquier competición donde la puntuación máxima se alcance en razón de la
inmoralidad que se posea. En su caso, medalla de oro.
Es inconcebible, por otra parte, que en
Cataluña, región que me honro en conocer a fondo por haber pasado en ella
cuatro quintas partes de mi vida, no haya quien reaccione ante semejantes
indignidades. ¡Qué se ha hecho de mi amada Cataluña, tan europea, tan moderna,
tan emprendedora… para que se haya convertido en el reducto de cuanto déspota retrógrado
apetece resarcir su resentimiento! ¿Hasta qué punto es férreo, falsario y aleccionador
en el rencor el método dictatorial establecido allí? ¿Cómo es posible que el
ciudadano de a pie no sienta deseos de rebelarse ante tanta perversidad política
y decida asumir la condición de inerme? Cuesta creer que estos miserables del
Tripartito que hoy gobiernan (año 2007) se salgan con la suya. Mientras, el
gobierno de la Nación ("concepto discutido y discutible") no cesa de mirar
para otro lado o de sonreír a los terroristas vascos.
Artículo revisado, insertado el 20 de marzo
de 2007 en Batiburrillo de Red Liberal
PD (19-10-2015) Hoy todo sigue más o menos
igual en Cataluña, con unos diputados electos cuya mayoría no acaba de
aclararse si lo que forman es un gobierno de radicales o de muy radicales. Y a
su vez, si lo que deciden es la independencia a las bravas o bien la
desobediencia gradual de las leyes del Estado. En cualquier caso, la región
catalana tiene muchos números para que le toque pasar por un largo período de
anarquía institucional. Salvo que el Gobierno de España que resulte de las
elecciones generales acabe por ser presidido por una persona que posea algún
coraje y sentido de Estado y decida poner firme a tanto desalmado ideológico
como hay ahora en Cataluña.
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