Decía Walter Scott
que “el infierno está empedrado de buenas intenciones”. La frase viene a
propósito de cuanta crítica buenista lee uno estos días sobre las medidas
desproporcionadas que el ejército de Israel ha puesto en práctica contra la
milicia terrorista de Hezbolá, en el sur del Líbano. Sin embargo, en mi modesta
opinión, la proporción es la adecuada hasta ahora y, si se me apura, quizá sea aún un poco
tímida si es que se le concede algún valor al objetivo de una paz no digo
duradera, pero al menos de tres o cuatro años de arraigo.
Me explico: Toda
iniciativa violenta y traicionera —y la de Hezbolá sin duda alguna cumple las tres
condiciones: iniciar el ataque a traición y hacerlo con extrema violencia—
lleva aparejada una respuesta del enemigo y unos costes que siempre están
dispuestos a asumirse. Nadie hay tan iluso, sobre todo en el mundo del
terrorismo antiisraelí, que se crea a salvo de represalias tras la frontera de
otro estado vecino, en este caso el libanés.
Hezbolá, sin
duda alguna, había descartado la impunidad, de modo que esperaba lo que
pudiéramos considerar una represalia “proporcionada” que le costase a lo sumo un
par de docenas de combatientes, algo que es calderilla para ellos y algún
edificio “averiado”. Esa ofensa sería reparada ante los ojos de sus propios
militantes mediante el lanzamiento indiscriminado de más de 300 cohetes
Katiuska, lo que determinaría una venganza justa y el honor restañado. Es
decir, unos planes elaborados bajo el guión de “dos por cinco diez y me llevo
una”. Luego me planto aquí hasta que el gobierno de Irán, que para eso paga, me
ordene la siguiente salvajada contra los judíos.
Pero hete aquí
que Israel tiene esa lección muy bien aprendida, no en balde lleva casi sesenta
años viviendo en la cuerda floja, y no desconoce que la proporcionalidad sólo
sirve para darle alas a sucesivos ataques terroristas. Si un grupo violento, el
que sea, cuenta a priori con sufrir 10 bajas a cambio de otras tantas de su
enemigo, pero en la respuesta resulta que sufre mil. Las siguientes cuentas que
se haga, con o sin financiación iraní, comenzarán así: Una por cero es cero,
dos por cero es cero, tres por cero es cero… O lo que es lo mismo, se pensará
muy mucho si le conviene poner a toda la parentela bajo el riesgo de una
represalia fulminante mientras allá a lo lejos, pongamos en Irán o Siria, los
tiranos instigadores prosiguen con su vida a cuerpo de rey.
De todos modos,
que nadie se llame a engaño. Mientras el islam exista, ni Israel ni Occidente
tendrán reposo alguno. Nos hallamos ante una religión que precisa justificar la
tiranía de sus déspotas mediante la exportación de la Yihad y el acoso a unas
sociedades libres que representan para sus pueblos ese espejo delator de sus propias
iniquidades. Si no existiera Israel, serían Italia, España o cualquier otro
país el objetivo de sus deseos de conquista, así que debemos de agradecerle a
Israel, secundándole cuanto se pueda, su triste misión de adelantado de la
libertad. Pues no olvidemos que lo peor de la condición humana ha venido a
asentarse entre los musulmanes, pueblo esclavizado ideológicamente durante
siglos y siglos al que jamás se le permitirá pensar por si mismo ni vivir en armonía
ni respeto hacia sus vecinos.
Hoy mismo pueden
leerse en Europa Press unas declaraciones del número dos de Al-Qaeda, Al
Zawahri. El titular reza así: “Al Qaeda asegura que la Yihad continuará hasta el triunfo del Islam, desde España hasta Irak”. Hay pocos musulmanes con poder, desde mi punto de vista, que piensen de
muy distinto modo a como lo hace Al Zawahri, sea cualquiera de los reyezuelos
descendientes de un profeta traicionado, sean los presidentes de esas
repúblicas islámicas que, bajo mano, no cesan de promocionar la expansión de
sus fanatizadas y siniestras ideas. La gran diferencia es que uno se considera con
las manos libres para proclamarlo y los otros aún no se atreven.
La gran pregunta
sería: ¿Es posible convertir al islam en una religión no belicosa?
Artículo revisado, insertado el 27 de julio de 2006 en Batiburrillo de Red Liberal
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.