Sobre el desafío separatista catalán (1) (469)

El gobierno separatista de Artur Mas, un tipo desquiciado que ha convocado elecciones cada vez que se ha encontrado con un problema causado por su mala gestión (corrupción, recortes, impagos a proveedores, bancarrota), finalmente ha quedado reducido a cuatro "artistas del trapecio" a los que la CUP, otros desquiciados pero esta vez profesionales, no tardarán en dar por saco. En pocas palabras: Mas por saco, Circo nazi. Entradas a la venta.

El gran problema de los separatistas catalanes es que no son demócratas ni lo han sido nunca, puesto que no respetan la Ley y sin ese respeto cualquier acción política puede derivar en una jungla o en un mundo de corrupción generalizada, como ha sucedido con los Pujol y con su partido Convergencia. Por lo tanto no es posible dialogar con ellos puesto que no se avienen a razones, ni vale la pena ceder a ninguno de sus chantajes, ya que jamás estarán conformes con nada que no sea que les dejen el campo libre para lograr lo que pretenden. Y no me refiero solamente a la independencia de Cataluña, que por supuesto es lo primero que quieren aun siendo minoría en relación al censo, como se ha visto en unas elecciones que ellos proclamaron como plebiscitarias y en las que formaron una lista única los que no se declararon abiertamente antisistemas, como la igualmente separatista CUP.

Esa independencia para ellos supone el primer paso de cara a crear la Gran Cataluña, también llamada Països Catalans, que comprende una serie de territorios, a caballo entre dos Estados completamente alejados del sentir ideológico del nacionalismo catalán. Luego está claro que estos totalitarios pretenden seguir imponiendo su santa voluntad. Y eso será así hasta que se les dé con la Ley en todos los morros, que no otra cosa merece la gente fascista. La sabia Historia nos enseña que los totalitarios solamente ceden ante un poder mayor, por lo tanto, apliquémosles la sabiduría y el poder de la Historia, a ver si escarmientan de una vez por todas y dejan vivir en paz a la gente.

Ahora bien, juraría que la solución al separatismo en Cataluña no llegará al aplicar solamente un determinado artículo de la Constitución, lo que podría valer como punto inicial, sino al aplicar la Constitución completa e incluso reformarla para impedir tanto desacato y chulería de la minoría nacional-separatista, una gente que representa un 48% de los votos emitidos y un 37% del censo, pero que se comporta como si poseyera el 90%. Reconozco que de entrada el 155 puede llegar a ser como el bicarbonato, de efecto instantáneo y paliativo, y es posible que después de un buen eructo el 155 anule a las bravas el foco de rebelión originado por los grupos cismáticos, porque si no hay Autonomía al estar suspendida, todos los politicastros rebeldes digamos que se quedan en paro, pero solo temporalmente, ya que el 155 no puede ser eterno y mientras esté en vigor hay que preparar otras medidas.

No olvidemos que el actual nivel de separatismo ha llegado después de más de 30 años de consentirles todos sus caprichos, como a los niños mal criados. Se trata de una gente que la mayor parte del tiempo, de un modo absolutamente hipócrita, se definía solamente como nacionalista, y casi siempre ha pretendido engañar a los diversos gobiernos de España al limitarse a reivindicar más pasta. Eso sí, lo hacía de tal modo mientras iba adoctrinando a fondo a la población (lo cual es completamente cierto por más que alguno lo niegue) con vistas a crear más y más partidarios del separatismo. Y ahora se considera que el terreno está blandito para la rotura de amarras. Por lo tanto ahora no queda más remedio que revertir el proceso, y algo así será lento, muy lento. O dicho en otras palabras: Hay que reeducar a la población de Cataluña y desasnarla de cuanta falsedad y odio hacia España esa población ha ido tragando durante estas tres décadas. Para lo cual, la primera medida que debe tomarse es cerrar todos los canales de la TV3, menos uno, que saldrá a subasta pública y deberá emitir solamente mientras respete por completo la pluralidad política. En cuanto se desmande, también se clausura y a otro asunto.

En espera de ciertas medidas de mayor calado, como por ejemplo la asunción de las competencias de educación por parte del Estado, y otras muchas, tal vez podría comenzarse por reformar la Ley Electoral para impedir la presencia de los partidos políticos que no respeten la unidad de España que ordena la Constitución. Creo que algo así ya se da en otros países de Europa, aunque es lo mismo si se da o no, lo implantamos aquí y problema separatista resuelto. Al menos el separatismo que no sea enmascarado: ERC, CUP, ahora Convergencia y alguno más. A todos esos se les declara ilegales y sus votantes que se busquen la vida entre los partidos que respetan las leyes. Y en cuanto a los políticos que han integrado esas formaciones, de entrada que se apunten al INEM o busquen trabajo por su cuenta, pero la política no volverán a olerla ni de lejos.

Continuará, o no.