martes, 18 de agosto de 2015

El gas (341)

Gasoducto Argelia-España, comenzado a construirse en 2001, con la fundación en ese año de la compañía Medgaz, y se inauguró en 2011. Une las localidades de Beni Saf, en la costa argelina, con la estación receptora del Perdigal en Almería. Faltó muy poco para que en 2004, como consecuencia de un importante conflicto diplomático con Argelia, se interrumpiera la construcción del gasoducto.
Cuando no hacía mucho que había accedido al poder, Zapatero decidió efectuar una visita a Marruecos y entregarle el Sahara al tirano Mohamed VI. Eso fue el 24 de abril de 2004. La cadena SER nos contaba la visita como el comienzo de una nueva era entre ambos países. A partir de ahí cualquiera podría deducir, de creer a la mentirosa SER, que entre España y Marruecos todo serían flores y violines. El hombre del talante lo había conseguido. Triunfaba el diálogo, que es como ahora la izquierda sarmentosa llama a la cobardía y la cesión.

Unos pocos días más tarde, el 26 de abril, tanto Argelia como el Polisario se mostraban indignados con Zapatero y efectuaban declaraciones en el sentido de que el presidente español estaba siendo manipulado por el “lobby marroquí” que encabeza Felipe González, también conocido como Mister X. Podría decirse que en esos días los argelinos echaban las muelas por el asunto del Sahara y estaban decididos a esperar su momento. Que ya se sabe que el árabe acostumbra a sentarse a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemigo. Y Zapatero, después del regalo al Sultán marroquí, se había convertido en enemigo de los argelinos y polisarios.


Ante el deterioro acelerado de las relaciones con Argelia, nuestro principal proveedor de gas por no decir único, Zapatero no tuvo más remedio que darse una vuelta por ese país magrebí (14-7-2004) y tratar de convencer a su presidente, Buteflika, de que el asunto del Sahara aún tenía solución siempre que las partes llegasen a un acuerdo. Para Zapatero, las partes eran el pueblo saharaui, Marruecos, España, Francia (increíble) y, si lo deseaba, Argelia. El presidente socialista (he estado a punto de llamarlo español, pero sé que no debo, no se lo merece), le soltó a los argelinos la idiotez de que “no le constaba que los saharauis estuviesen molestos con él”. Esa fue, sin duda, la primera estupidez de Zapatero en Argelia.

La segunda fue decirle solemnemente a Buteflika que “no hay que estar sometidos a lo dispuesto en el Plan Baker”. Un plan, como se sabe, que propugna la única solución aceptable para los argelinos y saharauis: El referéndum. La visita de Zapatero a Argelia, y el énfasis atolondrado que allí usó para desengañar a su anfitrión, por supuesto que no evitaron en modo alguno que Buteflika dejase de considerarle enemigo, así que el argelino volvió a sentarse y a esperar en la puerta de su casa. Tal fue la necedad de un Presidente de lo más negado, que visitó un país vecino para decirles justo lo que no querían oír. Como apuntó Montaigne: “Nadie está libre de decir estupideces. Lo grave es decirlas con énfasis”, frase que parece elaborada a la medida de ZP, un tipo muy acostumbrado a decir necedades en un tono de solemnidad que raya lo ofensivo.

En vista del rotundo fracaso del Presidente socialista en Argelia, algo que era de esperar puesto que ZP carece de talante, de diálogo y de mano izquierda (además de faltarle picardía y recursos intelectuales), los de La Caixa presionaron fuertemente a Maragall para que intentase evitar que la política atolondrada de Zapatero les hundiese una de sus empresas de bandera: Gas Natural, sociedad que depende casi en exclusiva de los recursos argelinos. Y hacia Argelia que se fue Maragall el 5 de septiembre, apenas mes y medio después de que Zapatero volviese de allí. Y mira por donde, el President socialista (he estado a punto de llamarlo catalán, pero sé que no debo, no se lo merece) fracasó con la misma rotundidad que su colega ideológico. Es más, ni siquiera llegó a ser recibido por Buteflika. Eso sí, la prensa argelina se dedicó durante esos días a recordarnos el referéndum del Sahara y otras pamplinas de Maragall.

Han transcurrido algo más de tres meses desde las visitas de Zapatero y Maragall a Argelia y hoy La Razón nos ofrece una noticia con el siguiente título: “Enagás advierte de apagones el lunes por problemas de suministro de gas”. Se supone que hay avería en una estación de compresión situada en Argelia, lo que determina que el caudal de gas pase de 1.5 a 1.1 millones de metros cúbicos. Quizá la realidad es que Buteflika se ha removido incómodo desde la puerta de su casa y ha pedido, como era de esperar, que se cierre un par de vueltas la llave del gas.

Nuestra industria puede verse gravemente perjudicada en los próximos meses por las decisiones y los fracasos de dos tipos necios e incompetentes que nunca han sabido defender los intereses de España ni les ha importado un pepino. El uno por haberse sometido apocadamente a los dictados de Francia (a quien nada menos que declara una de las partes en el conflicto sahariano), cuyo presidente fue quien le ordenó a ZP que entregase el Sahara a Marruecos. El otro por tratar de favorecer en exceso a la Caixa y pedirle a Zapatero que no secunde la idea del anterior Gobierno, referida a la construcción de un segundo gasoducto que llegue a España sin atravesar Marruecos. El segundo gasoducto, proyecto que avalaba el Gobierno del PP y hoy es promovido por Cepsa, Iberdrola y Endesa, le pone los pelos de punta al presidente de Gas Natural, sociedad que controla el único gasoducto existente y más de una voluntad política.

Artículo revisado, insertado inicialmente el 11 de diciembre de 2004 en Batiburrillo deRed Liberal


PD: Insertar este tipo de artículos elaborados en 2004 tiene un valor testimonial a efectos de comprobar cómo resolvía el socialismo de esa época un conflicto a tres bandas (España-Marruecos-Argelia) pero que afectaba sobre todo a una población, el Polisario, que lleva décadas malviviendo en lo más árido del desierto argelino. El socialismo de Zapatero fracasó por completo, como creo que fracasaría hoy, sobre todo ante Marruecos, ese político que se muestra dispuesto a eliminar el Ministerio de Defensa. ¡Que Dios nos coja confesados si Sánchez llega a La Moncloa!

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