viernes, 28 de agosto de 2015

El video de FAES y la izquierda al fondo (361)



Antes de cuatro meses los españoles debemos ir a las urnas, por tal motivo me ha parecido oportuno recordar qué sucedió la última vez que el socialismo desalojó a los populares del gobierno y Zapatero accedió al poder. Ahora, con la llegada de los nuevos partidos políticos, bastante encanallados y llenos de odio (y todo el mundo sabe a qué formaciones me refiero), es de esperar que la inestabilidad se acreciente sobremanera en las calles, según vaya acercándose el día de las elecciones, y se trate de batir a los populares mediante el agit-prop acostumbrado. En prevención de que algo así pueda ocurrir y para evitar que a la gente le pille de sorpresa, he querido incluir el presente vídeo (muchos ya no deben recordarlo) y además un largo artículo (perdón por la extensión) que quiere poner sobre aviso a esos confiados que prefieren no votar casi nunca. He aquí el artículo en cuestión:

No soy de los que acuden a los estrenos de las películas que llegan precedidas de cierta fama, prefiero ir a verlas cuando han transcurrido varios días de su presentación, a veces incluso semanas. Opto a menudo, cuando tengo buenas referencias del filme, por esperar a que salga en DVD y entonces disfrutarlo cuantas veces me apetezca; eso sí, invariablemente acomodado en el sofá de casa (a la romana), con el volumen del sonido a mi gusto, que en los multicines suele ser atronador, y encima con la opción nada desdeñable de poner la pausa si viene al caso prepararse un cubata o ir a visitar al señor Roca.


Recuerdo haber actuado así con “Gladiator”, magnífico drama de Ridley Scott que debo haber visto unas doce veces, siempre en el salón de mi casa y siempre usando las pausas en esos instantes en los que la genial música de Zimmer-Gerrard, junto a la fotografía de Mathieson, te inundan de tristeza, te humedecen los ojos y te da por pensar. Porque las imágenes (en griego iconos), acompañada de la música apropiada, era el sistema usado por la jerarquía católica del alto medievo para transmitir los evangelios a un pueblo que no sabía leer. No bastaba, evidentemente, el desgañitarse de los curas en los púlpitos; como no les ha bastado a los musulmanes, para acceder a una religión compasiva y menos fanatizada en sus inicios, aprenderse de memoria, en las madrazas, las páginas de un Corán que precisó alejarse del pacifismo porque cuando comenzó a difundirse, sobre el año 655, el Imperio islámico comprendía ya treinta reinos conquistados que se asentaban en buena parte de tres continentes.

Los televisores de hoy en día —volviendo al tema inicial—, de pantalla kilométrica y sonido envolvente, tienen poco que envidiarle a algunas salas diminutas donde tres bolsas de palomitas “apestan” todo el local. Eso sin contar que a veces, con mayor frecuencia de la deseable, la resonancia de la sala de al lado (ya se sabe que siempre hay un empleado incompetente que deja alguna puerta mal cerrada) te impide concentrarte en el argumento o los diálogos de la película que quieres ver. La mía es, sin duda, una actitud que pudiéramos denominar comodona si reparamos en el atrezo del sofá, el cubata y el “home cinema”, pero juraría que también es una actitud práctica que evita esos “ruiditos” que llegan de los móviles (tiempo atrás fueron los relojes Casio), capaces de romper en mil pedazos el clímax de lucha entre gladiadores romanos o cualquier otra secuencia más sosegada que mueva a la meditación. Todo ello sin hablar del gustazo de evitar opiniones in situ, normalmente a cargo de un grupo de amigotes guasones, de entre los cuales a menudo hay uno que ya ha visto la película en “New York” (así, en el original) y te destripa el desenlace, a veces falsamente.

Aparte del ceremonial de ir a una sala de cine tras el no despreciable esfuerzo de consensuar con la familia qué película ver, circunstancia que normalmente va acompañada de una cena fuera de casa y de unas copas a la salida del cine (algo que te cuesta una pasta y que constituye todo un protocolo destinado más bien a reconciliar parejas que a entusiasmar al cinéfilo), el mayor inconveniente que le veo al hecho de esperar un tiempo después del estreno o todavía más tiempo a que el DVD esté a la venta es que, a esas alturas, uno ha escuchado o leído ya numerosas críticas que pueden llegar a desmotivarte.

No obstante, todos sabemos que las críticas pueden ser favorables o no en función del estado de ánimo de quien las escriba. Precisamente ahora recuerdo que Carlos Pumares, un tío con una memoria prodigiosa para el cine pero de lo más rarito (últimamente se dedica a hacer de payaso con mal genio en “Crónicas Marcianas”), no reparó en poner como un trapo “La caza del Octubre Rojo”, filme que se ha convertido en todo un clásico del género y que a mí me pareció magnífico, quizá porque lo vi en Barcelona, en una sala de unas 40 butacas y con sonido súper estéreo. A la salida alguien me preguntó que dónde había estado toda la tarde y mi respuesta le dejó claro que me entretuve en formar parte de la tripulación de un submarino ruso. Lo que ocurre es que en la crítica no sólo influye el estado de ánimo, también hay otros intereses como puedan ser los ideológicos. A ese respecto puedo afirmar que aún estoy por ver una película con malas críticas que describa la Guerra Civil española vista desde el lado de los “buenos”, o sea, de la izquierda. Y no es un asunto menor, puesto que se han realizado cientos de esas películas y la mayoría de ellas son verdaderos bodrios infumables.

Durante los últimos veinte o treinta años, cientos han sido las películas y probablemente miles los documentales, rodados en España, que incorporaban una carga ideológica tremenda a favor de la izquierda, películas que por arte de birlibirloque convertían siempre las posturas totalitarias en ideas de progreso y amor a la libertad. Películas y documentales en los que, además, a la derecha se le otorgaba un papel con muchos y ricos matices pero que no debían sobrepasar nunca el registro destinado al liberticida, al opresor o directamente al asesino y genocida. Así fue, por ejemplo, el papel estelar de sabandija política adjudicado a Aznar en ese tótum revolútum denominado “Hay motivos”. Así fue también ese anuncio electoral del PSOE, todo un clásico, que en el 96 exhibía la fiereza de un perro doberman con el que se comparaba al PP. Así fue siempre, falsedad tras falsedad, la ingente propaganda que la izquierda nos ha ofrecido, y siempre alabando su propia bondad, encubriendo o falseando sus numerosas fechorías y afrentando a la derecha. El asunto propagandístico viene de lejos en el socialismo, hasta el punto que algún desahogado aún relaciona hoy al socialista Indalecio Prieto, totalitario y golpista como pocos, con un diario que acabó comprando y que se llamaba “El Liberal”. Incluso se atreve el desahogado Prieto, porque el atrevimiento no es algo de lo que carezcan los sin escrúpulos, a citar las palabras falsarias del liberticida: “Soy socialista a fuer de liberal”, que en su caso hubiera sido lo mismo que si hubiera dicho: Soy calvo a fuer de peludo.

Pues bien, esta gente con espolones a la hora de practicar todo tipo de propaganda sectaria, contemplada en miles de películas, documentales y anuncios a cual más infame (entre los que no hay que descartar como método eficaz y adoctrinante para sus intereses las numerosísimas manifestaciones callejeras que tantas horas de televisión les dieron), resulta que se rasga las vestiduras porque FAES, fundación relacionada con el PP, ha sacado un documental dando su opinión sobre la agitación política que siguió al 11-M. El audiovisual de FAES le ha sentado a cuerno “quemao” a la izquierda y como consecuencia ha lanzado hacia la derecha toda clase de improperios. Lo más suave que he oído es: “La derecha exige el derecho a mentir”, titular que en sí ya es una gran falsedad para indicar que el cortometraje “Tras la masacre”, cuyo único objetivo es recordarnos el comportamiento antidemócrata de la izquierda, tiene como propósito el desprestigio de ZP mediante la mentira. La izquierda no sólo cree que es la única ideología legitimada para gobernar, sino para mentir y manipular a coste cero. Por eso les ha dolido tanto “Tras la masacre”, porque es un peaje que no esperaban pagar. Incluso a la izquierda, acostumbrada a la impunidad desde siempre gracias a una derecha que jamás ha plantado cara, le duele que la llamen golfa aunque sea cierto.

A todo esto la cúpula del PP, y unos cuantos centristas y liberales que, ignoro el motivo, jamás verán legítima ni siquiera la defensa propia aun en su grado mínimo (que el documental de la FAES parece hecho de dibujitos animados para los niños y podría ser exhibido en horario de tarde en cualquier televisión), andan escondidos debajo de las mesas porque no se atreven a asumir como propio, o como un sistema perfectamente válido para informar a cuantos más mejor, un trabajo recordatorio de la agitación izquierdista sufrida por España en las generales de 2004.

Se podrá decir que incluso gente poco sospechosa como Federico Jiménez Losantos ha catalogado de perjudicial o negativo el trabajo de FAES. Bueno, ¿y qué? Federico, como todo hijo de vecino, tiene sus días buenos y sus días malos, e incluso alguno cargado de incongruencias. ¿Cómo se le puede reprochar al PP, como hace él a menudo, que no saque a la calle a sus 700 mil militantes y al mismo tiempo encuentre inadecuado el video de FAES? Eso es un desatino mayúsculo que no me esperaba de Federico, salvo que el tal Blázquez le haya llamado al orden. Ambos dos, periodista y obispo, pasan a partir de ahora al estado de cuarentena.

Pedro J., en El Mundo, aún criticó más el video, pero es que este hombre sigue pendiente del “que hay de lo mío”. De modo que a Pedro Jota se le debe conceder un valor más que relativo. ¿Y Rajoy? ¿Qué dijo Rajoy? El líder del PP, ya veremos a este paso por cuánto tiempo, se limitó a decir: “Soy partidario de actuar con la cabeza y no desde las vísceras”. Entonces, amigo Rajoy, qué demonios esperas para actuar. Aclárate, buen hombre, o roes el hueso o lo dejas roer, pero mantener el hueso sobre la alacena mientras una jauría pretende comerte por los pies me parece a mí una forma de actuar con muy poca cabeza.

En los tiempos que corren, donde una imagen no es que valga más que mil palabras sino que lo vale todo, que declares en el Congreso de los Diputados o en cualquier mitin que Zapatero es un nene malo, quizá tú dirías no muy bueno, tiene el mismo valor y hace el mismo efecto que si uno tiene tos y se rasca la barriga. Compara cualquiera de tus declaraciones, o las de Acebes y Zaplana, con las innumerables consignas dichas en manifestaciones multitudinarias de la izquierda durante dos o tres años seguidos. Compara vuestros “soto voce” con esos eslóganes impresos en pancartas (a modo de iconos para una población analfabeta política) que llegan a la gente del común a través de la televisión. Y muchas de esas personas acaban creyendo en la explotación del trabajador por el capitalismo y comienzan a sentir nostalgia de los regímenes comunistas. Y muchos de esos buenos ciudadanos no dejan de impresionarse cuando ven a miles de sus semejantes coreando “No a la guerra”, seguido de “Aznar asesino” o, ya en el 11-M, “queremos un gobierno que no mienta”.

¿Qué se puede hacer ante los entusiastas del icono crispante en grado de sobredosis? Usar el cerebro, nos dice el señor Rajoy. ¿Pues úsalo, hombre, úsalo! Decídete a subir o a bajar y no te quedes de sombra en el rellano de la planta trece, que te pueden confundir con un fantasma del Windsor en llamas y los de EL País te dirán que eres un reflejo y que en realidad no existes. Sal de debajo de la mesa, rodéate de 200 micrófonos de medios informativos de medio mundo y declara a voz en grito: Este es el primero de una serie de videos que le hemos encargado a nuestra fundación FAES. Estamos más que hartos de la inmoralidad de este gobierno socialista y sus cómplices respecto al modo de actuar en la Comisión de investigación del 11-M. No acepto en absoluto que nos hayan impedido todas las comparecencias que hemos propuesto.

De modo que a partir de ahora lo que los españoles no lleguen a saber por la Comisión lo sabrán por cuenta nuestra. Y eso en lo que se refiere al período de agitación del 11-M, que en el día a día de las calamitosas medidas de Zapatero hemos decidido dar la batalla de la opinión pública, tanto en la calle como en los medios de comunicación. De modo que quien no esté de acuerdo con el video “Tras la masacre”, que sepa que FAES, a propuesta del Partido Popular, editará un periódico de ámbito nacional y de tendencia liberal-conservadora, en el que cada fin de semana se adjuntará un DVD con las principales irregularidades cometidas por el gobierno socialista o por sus socios. Ya estamos elaborando los DVD y el número uno de la colección, que tratará sobre el parón ilegal del Plan Hidrológico, llevará por título: “AGUA PARA TODOS”. Ah, y que los nacionalistas se vayan preparando, también habrá videos para ellos, además de informes. Precisamente ahora ultimamos uno acerca de las balanzas comerciales entre el País Vasco, Cataluña y el resto de España...

PD: Ante semejantes críticas desaforadas, FAES sacó una nota en defensa de su vídeo. Este es el enlace.


Artículo revisado, insertado el 2 de abril de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal

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