Incluso Felipe González hace años que no levanta el puño |
Dejando
al margen a los partidarios incondicionales de la izquierda y del nacionalismo,
que constituyen a mi modo de ver una parte minoritaria pero muy alborotadora de
la sociedad española (hablo de los incondicionales), para el resto de los
ciudadanos hay varias formas de afrontar la política socialista cuando está en
el poder, como por desgracia sucedió entre 2004 y 2011.
No, que nadie deje de leer si cree
que puede ser antiguo lo que sigue, ya que se va a encontrar ejemplificada la
trayectoria del socialismo de siempre, incluyendo la de ese tipo radical,
llamado Pedro Sánchez (puño en alto), cuya personalidad cabalga entre
la de ZP y la del comunista profundo Pablo Iglesias, como una ministra dijo acertadamente. Ah, y en la segunda entrega de esta breve serie no se pierda un par de imágenes del Socialismo del Siglo XXI. ¡Desternillantes!
Así pues,
veamos hasta tres métodos de cómo afrontar lo que se nos viene encima:
1.
Tomárselo a guasa y refugiarse en el individualismo. Los lemas podrían ser:
“Aquí nunca pasa nada” o “ya escampará”. Una velita al Santo patrono de cada
cual tampoco vendría mal para que escampase pronto o... de verdad, de verdad de
la buena, no pasara nada.
2.
Ejercer la crítica con sordina y a veces con no poca incongruencia, como sería
el caso de Mariano Rajoy, un señor al que le votaron casi 10 millones de
personas (en 2004), si bien se diría que se siente arropado sólo por un
centenar de ellas, y que no ha dudado, tras denunciar la voladura del pacto por
las libertades y contra el terrorismo, en ofrecer los votos del PP para que en
Vasconia gobierne el socialista López, quien ha hecho ascos a la derecha cada
vez que ha podido. Que tome nota Sánchez, que ha preferido apoyar el gobierno
de varios partidos separatistas ante que dejar que el PP gobierne a falta de un diputado o un concejal.
3.
Iniciar un ejercicio de prospectiva a partir de los historiales poco
edificantes del socialismo y el nacionalismo, añadirle a ese ejercicio el
aderezo de la situación actual y tomarse en serio el asunto para tratar de
predecir, de no surgir un imponderable que trastoque todos los esquemas (como
por ejemplo el súper misil que anunció ZP poco antes del 11-M), en qué va a
consistir el mundo surrealista y anacrónico hacia el que el socialismo parece
conducirnos.
Desde
una posición individualista en lo liberal y sin embargo comprometido con el
futuro de mi patria, que es la ideología que algunos denominamos liberal-conservadora
o liberal-patriótica, me gustaría reflexionar sobre lo que entiendo por tomarse
en serio el momento político que vivimos y, ¡ahí es nada!, sobre la posibilidad
de ir un poco más allá.
Si el gobierno socialista actuase de un modo semejante a como lo
hizo el de Felipe González en sus trece años y medio de poder, poco habría que
objetar que no fuese referido a la política social (3.5 millones de parados), a
la económica (recesión y déficit abultado en las cuentas públicas), al
cumplimiento de la Ley (crímenes de Estado) o a la corrupción (muy generalizada
entre los altos cargos políticos). En el caso de González la población tardó
demasiado en advertir la perversidad de sus gobiernos, pero acabó reparando en
ella y finalmente expulsó del poder a un fulano que nos llevaba a la ruina
económica y moral. Eso sí, con bastante salero y no poco desparpajo que al
antipático Aznar le costó varios años neutralizar.
No
es descartable que en la actualidad puedan darse casos felipistas; de hecho,
los presupuestos generales del Estado para el 2005 (y nada hace pensar que no
suceda lo mismo en los siguientes años) se han confeccionado con la intención
clara de beneficiar a la comunidades gobernadas por el PSOE y sus asociados
separatistas y en perjuicio claro de
los territorios que rige el PP, lo cual constituiría, analizando a fondo la
cuestión, una prevaricación a gran escala que, por sí sola, bastaría para
exigir la dimisión de un gobierno tan radicalmente injusto y al mismo tiempo
tan presuntuoso de lo contrario.
Para
quienes además se sientan preocupados por el prestigio y la economía de nuestra
patria, poco ayudará a reconfortarle el hecho de enterarse a diario que somos
el hazmerreír de medio mundo, puesto que únicamente contamos para ciertos
gobiernos dictatoriales, como puedan ser el de Cuba o el de Venezuela (Socialismo del Siglo XXI). Los
abrazos que ZP se dio con Chirac y Schroeder, esos fulanos que en su día
hablaron entusiasmados del regreso de España
al “corazón de la UE, de momento sólo han servido para que ambos
mandatarios anuncien su intención de dejarnos sin fondos de cohesión. Y eso que
aún no ha entrado en vigor el engendro del Tratado europeo (llamado aquí
Constitución) y en la práctica sigue en uso el acuerdo de Niza, según el cual
ZP podría vetar la decisión franco-germana de expropiarnos unos derechos. ¿Lo
hará ZP? Lo dudo, más bien aceptará sonriente y atolondrado el chocolate del
loro que quieran ofrecerle, junto a otro par de abrazos, claro.
En
el tema de la seguridad, asunto que no es moco de pavo en una España
acostumbrada a la buena vida y a unas Fuerzas Armadas tan escasas como mal
dotadas, este gobierno no ha reparado en gastos a la hora de ofrecerle a
nuestro principal enemigo, Marruecos, una partida de material bélico
considerado de carácter ofensivo. Eso sí, a precio simbólico, que es como se ha
preferido llamar al regalo que le
entregarán al sultán Mohamed. Y además, para más inri, se lo
regalarán a nuestro principal litigante territorial, que es al mismo tiempo
nuestro mayor proveedor de inmigrantes ilegales y partidas de droga y, pásmense,
con la ilusa intención de que los carros de combate, puesto que de ese material
se trata, sean usados, si llega el caso, contra nuestro vital abastecedor de
gas natural: Argelia. ¿Se puede ser más tonto o sería preciso el uso masivo de
células madre para engendrar a un ejemplar de superior calibre de estulticia?
Pese
a todo lo descrito, que bastaría para que la población se echara a la calle y
expulsara a gorrazos a un tipo tan dañino como es ZP, lo más importante de lo
que ocurre en España no es ni la economía (que irá a peor), ni la seguridad de
nuestras fronteras (apenas existente), ni mucho menos el prestigio
internacional (algo que hay que buscar a la altura del subsuelo). Lo
verdaderamente importante es la unidad de la Nación española, un hecho que a la
larga, de mantenerse como en los últimos 500 años, permitiría
afrontar cualquier crisis por muy profunda y prolongada que fuese.
Pues
bien, en este apartado, el de la unidad de España, es donde peor conducta está
exhibiendo el gobierno socialista. Sus concesiones a los nacionalistas pueden
llevarnos en un plazo de seis a ocho años a una España compuesta por los
territorios que hoy gobierna el PP, más Castilla-La Mancha y Extremadura, y una
serie de apéndices, a cual más interesado, a los que se les habrá concedido el
rango de nación. La tendencia de lo que ahora se observa es que algún día
Cataluña, el País Vasco y Navarra, cada una con sus respectivos cupos que no
alcanzarían a pagar los servicios que les prestase el Estado, especialmente en
el caso de las dos primeras, se mantendrían unidas a España por un pelo, o sea,
por puro interés y con el único propósito de seguir vendiendo sus productos.
Andalucía, Asturias y Canarias, asimismo naciones sedicentes para entonces,
quedarían enganchadas a España a través de otro pelo, solo que en este caso
sería para evitar la pérdida de las subvenciones o el turismo peninsular.
Galicia
es un enigma que se despejará a corto o medio plazo. Si cayera Fraga en las
próximas autonómicas, el territorio pasaría de inmediato a ser una nación como
consecuencia del pacto PSOE-BNG, que ya se sabe que los socialistas se mueren
de gusto si pactan con los separatistas. Y a esa nueva nacionalidad le
seguiría, cómo no, un nuevo cupo sanguijuela tipo vasco. Si el PP siguiese en
el poder en Galicia, con o sin Fraga, pero decidiera mantener en las escuelas
ese nacionalismo de baja intensidad que ahora practica y que a la larga calará
igualmente en la población, no habremos hecho sino aplazar un conflicto en el
territorio gallego que tarde o temprano determinará la caída del PP y la suma
de Galicia a la nueva hornada de naciones. Por su parte, el gobierno socialista
de Aragón lo tiene claro: lo que diga Maragall es palabra de Dios para
Marcel.lí.
En breve la segunda parte.
PD:
Artículo revisado y actualizado, insertado el 2 de mayo de 2005 en Batiburrillo
de Red Liberal
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