El partido
socialista, a través de Odón Elorza, antiguo alcalde de San Sebastián y entusiasta
en no pocas ocasiones de las algarabías filoetarras —que a nacionalista vasco o
abertzale no le ganaba nadie y presumía de ello—, quiere introducir una enmienda en los presupuestos generales del Estado para que se apruebe una
partida de gasto de 150.000 euros a fin de exhumar a Francisco Franco y a José
Antonio Primo de Rivera de sus correspondientes sepulturas en la basílica del
Valle de los Caídos.
La conclusión
que extraigo de semejante noticia es que los socialistas no tienen arreglo en su deseo de intentar ganar la guerra que sus abuelos perdieron. En lugar de dejar en paz a
los muertos de hace 40 años (Franco) o 79 años (José Antonio), esta gente intenta
cada año, de un modo u otro, arrojarlos al vertedero, dicho sea en un lenguaje
metafórico que, si le preguntaran a Elorza, aceptaría encantado que fuese real.
¡Cuánto odio cabe en esta patulea de radicales que componen el actual PSOE,
cuyo secretario general es el abanderado de ese radicalismo malsano!
A continuación, pueden leer un artículo que guarda relación con la noticia anteriormente descrita:
Hacia 1598
Shakaspeare escribió una de sus obras más famosas: Romeo y Julieta. El
argumento es de sobras conocido, pero me gustaría destacar que el afán amoroso
de sus protagonistas se vio acrecentado a causa de los impedimentos de ambas
familias. Lo que podía haber sido una simple historia de amor, como tantas
otras, concluyó en tragedia a causa del empeño de dos jovencitos en superar lo
prohibido. Es la condición humana, basta que quieran prohibirnos algo para que
usemos toda nuestra firmeza en obtenerlo. Basta que se quiera destruir
cualquier recuerdo del franquismo para que algunos, no de forma gratuita o
rebelde como se argumentará, queramos conservarlo. Porque esos recuerdos, en el
peor de los casos, ejemplificarán lo que nunca debería hacerse.
El alemán
Reinhart Koselleck, descrito por el comentarista de ABC como uno de los mayores
historiadores del siglo XX, afirma hoy en el citado diario que “Si se hubiera
dejado quieto a Franco, probablemente se le habría olvidado antes”. Y a mi
juicio tiene razón el profesor Kosellech, porque Franco fue un personaje que se
anuló a sí mismo a partir del momento en el que creó un régimen dictatorial y
decidió perpetuarse en el poder. Muchos de los españoles que hoy vivimos jamás
hemos sido franquistas, ni siquiera en vida del dictador, si bien nos ofende la
idea de admitir que en la España republicana solamente hubiera un bando
“bueno”, el Frente Popular, y por lo tanto quienes secundaron a Franco lo
hicieron sin necesidad alguna y movidos por la ambición hacia el poder o el
instinto asesino.
Las actuaciones
de este Gobierno socialista (abril de 2005), tendentes a rescatar su particular
memoria histórica y deseosas de anular cuanto pueda recordarnos al Caudillo, me
molestan porque veo que Zapatero desea crear su propio régimen de buenos y
malos, en el que los buenos serán aquellos que le secunden y los malos,
franquistas o no, seremos todos los demás. Ya se encargará su división
mediática, liderada por un ex-filofranquista denominado Polanco, de colgarnos
la etiqueta correspondiente. Vamos, justo al revés que hacía la gente de
Franco, que llamaba rojo a cualquiera que no comulgase con la causa. Y ese
maniqueísmo, contemplado desde el punto de vista de un demócrata, ni puede ser
bueno volver a rescatarlo (alguien muy acertadamente lo denominó
guerracivilismo) ni favorece en nada el espíritu de reconciliación que se
inició en 1978, sobre todo si advertimos que al mismo tiempo se pretende
enaltecer a otros personajes, como por ejemplo Indalecio Prieto, de tan
lamentable recuerdo.
Hay algo que no
comparto, sin embargo, de todo lo expuesto por Reinhart Kosellek. El
historiador llega a afirmar que es mejor “...darle prioridad a los republicanos
en la reescritura de la historia”. Una afirmación que no parece propia de
alguien de tanto mérito. En la Historiografía, a mi entender, no debe dársele
prioridad más que a la verdad. Y si bien es cierto que la verdad suele ser
polícroma, es obligación de cualquier persona decente acercarse lo más posible
a ella. Sin prioridades de ningún tipo. Como decía el clásico: “Cuando la
verdad se digna venir, su hermana libertad no estará lejos”. De donde se deduce
que si tomamos como bueno el consejo de Kosellek y aceptamos sin más la “verdad”
maniquea que desea imponernos el régimen socialista de hoy, en ese punto
también estaremos renunciando a la libertad. Y la libertad, paradójicamente en
palabras de un jacobino como Azaña, “no hace felices a los hombres; los hace,
sencillamente, hombres”.
ResponderEliminarYa hace años me comentaba un profesor de Historia que para los alumnos Franco significaba lo mismo que Viriato. Seguramente si lo hubieran dejado descansar en paz, ahora sería una figura histórica más que se estudiaría normalmente.
Pero entonces también se estudiaría normalmente el frente popular y saldrían a relucir todas las miserias. Y el psoe participó en aquel frente popular, lo mismo que va a participar en el ya muy próximo nuevo frente popular y como entonces, será fagocitado por los comunistas. Y tal vez, más que las miserias, el quedar como tontos es lo que lleva a los socialistas a montar todo el asunto de la memoria histórica. Embrollarlo todo para que nadie descubra nunca que hicieron el tonto en el frente popular.
Pacococo
Coincidimos bastante en el diagnóstico. Ahora bien, hay algo que se llama revanchismo, que procede del odio que en la mayoría de los casos a esta gente le ha ido transmitiendo sus mayores, de ahí que quieran ganar la guerra que perdieron los abuelos. ¿Cómo ganarla? Pasando a ser los buenos de la película, literalmente hablando, y también en los libros de Historia.
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