Ya
en el año 1934, cuando los socialistas decidieron echarse al monte y promover
junto a Esquerra Republicana una insurrección que impusiera en España la
dictadura del proletariado —en Cataluña, según Companys, debía lograrse la
independencia—, Largo Caballero e Indalecio Prieto, capitostes socialistas de
la época y organizadores del episodio revolucionario, acordaron que si algo
salía mal debía negarse cualquier participación del PSOE. Pero no sólo
decidieron eso, sino que ignorando con descaro los cientos de muertos que ellos
mismos habían provocado, acabaron tergiversando la situación y culpando al
Gobierno de Lerroux de represalias fascistas y asesinatos múltiples que jamás
se cometieron. Lo que fue defensa de la legalidad republicana, y de la España
democrática, se convirtió a manos de la propaganda izquierdista en crímenes de
Estado.
Se
ha de reconocer que el socialismo más o menos real tiene práctica y arte a la hora de la
artimaña. Su escuela viene de lejos y no hay que negarles que son maestros en
cuestiones como la conspiración, la propaganda panfletaria o el pasar por
íntegros a pesar de figurar claramente en el bando de los más corruptos de
nuestra historia democrática. Por ejemplo en Andalucía: 1.000 políticos imputados y 6.000 millones defraudados. Es decir, el cinismo político de la izquierda
llega a tales extremos, y es tal la pléyade de plumíferos que les apoyan a
cambio de la soldada, que buena parte del pueblo está convencida que sólo el
socialismo redime al hombre.
¿Se imagina alguien que los Eres en Andalucía, entre otras
enormes corruptelas, hubieran sucedido con gobiernos de la derecha?
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Con
tales antecedentes, y muchos más de similar bajeza moral, no es de extrañar que
hoy, cuando los izquierdistas —entre los que cabe incluir a los comunistas
radicales de Podemos— nos intentan engañar una y otra vez, algo que hacen con
la misma naturalidad con la que respiran, sean perfectamente conscientes de que
sus mentiras apenas se sustentan si son analizadas incluso en la superficie.
Pero aun así, como si lo necesitasen porque la decencia les produce urticaria,
perseveran en la añagaza al conocer que les resultará lucrativa y que una parte
importante del electorado no sólo les creerá con fe ciega (conozco a varios socialistas que son pura bondad), sino que al mismo
tiempo se convertirá en caja de resonancia.
Así,
pues, a algunos dirigentes socialistas no les importa quedar como bellacos ante
ciertos analistas de opinión, ya que éstos son apenas unas docenas y sus votos
valen lo mismo que los de cualquier grupo de gente confundida y crédula. mucho más numerosos. Por
otra parte, la izquierda tampoco desconoce que las columnas de prensa que les
son adversas quedan neutralizadas de sobras por su abundante nómina de
paniaguados (ahora mismo estoy pensando en la Sexta TV). Y es que los izquierdistas no desconocen ( y saben que muchos lo
sabemos) que su acceso al poder a partir del 11-M se sustentó en la consigna
falsaria y en la manipulación, o en algo peor que no me atrevo ni a sugerir, y
que su continuidad (o acceso) al gobierno de ciertas instituciones depende en buena
medida de que se les vaya refrescando a los votantes aquellas ideas anti PP que
tan buenos resultados les dieron y tan grande estafa supuso para el conjunto de
la sociedad española. De ahí que la mentira se haya convertido en algo
imprescindible para estos politicastros.
Otra
muestra de la falsedad que no cesa son las declaraciones del portavoz del Grupo
Parlamentario Socialista en la Asamblea Regional de Murcia, Juan Durán, que ha
batido el récord de cinismo al afirmar que la convocatoria a manifestarse en
Murcia capital “quiere confundir a la sociedad utilizando partidistamente el
deseo de Agua para Todos”. Durán insistió en que “los convocantes tienen que
exigir al PP y a Valcárcel que abandonen su estrategia de confrontación contra
todos (¿?) y que se alineen con aquellos que defienden las medidas aprobadas
por el Gobierno, ya que el trasvase del Ebro es historia, y ahora hay que
hablar del presente y del futuro”. Vamos, como si la necesidad de agua en
Murcia fuese cosa de nuestros abuelos y ZP la hubiese solucionado
milagrosamente a partir de la nada.
Con
sus embaucadoras declaraciones, que tachan poco menos que de malhechores a los
convocantes de una concentración a cargo de la Plataforma del Agua, Juan Durán
demuestra que se siente molesto —sin duda teme ser mal visto por su partido si
no reacciona como lo hace— ante la idea de que el PP utilice, por una buena
causa, una pequeña dosis de las manifestaciones que el PSOE usaba a diario
contra el Gobierno del señor Aznar. Sólo que aquí, en la postura del socialista
Durán, que incurre de lleno en la desfachatez proverbial de su grupo político,
podemos añadir la perversa costumbre usada desde el año 1934 por la izquierda y
el nacionalismo: ¡Se debe culpar a las víctimas cuando convenga a nuestros
intereses! Y al fin y al cabo es lo que hace el impresentable Durán: Culpa a
las gentes que necesitan agua (víctimas) y las convierte en instrumentos
manipulados por el PP contra el Gobierno de Zapatero, un Gobierno que decidió
anular por decreto (jamás se lo perdonaremos los levantinos), sin ningún tipo
de negociación con los afectados, la soñada (literalmente hablando) Ley Orgánica del Plan Hidrológico
Nacional. Un Plan consensuado con la mayoría de los usuarios de toda España y del que ya se
había ejecutado alrededor del 30%. Repito, ejecutado un 30% de la obra.
Artículo
revisado, insertado inicialmente el 6 de agosto de 2004, con el título de 'Los
trileros', en Batiburrillo de Red
Liberal
PD:
El artículo hubiera perdido actualidad si los dirigentes izquierdistas llevaran
algún tiempo comportándose como personas. No es el caso, porque Pedro Sánchez dijo
que no pactaría con los nacionalistas y populistas, pero no tardó ni una semana
en encamarse obscenamente con unos y con otros. De ahí que el artículo tenga
pleno vigor al recordar una trayectoria tan hipócrita y perversa como la de esta gente. Un asunto de última hora es la campaña socialista contra
el ministro de Interior a cuenta de su reunión con Rato. No es me parezca bien
que se haya reunido, desde luego. No obstante, se me ocurre una pregunta a los
de la campaña izquierdista: ¿Acaso está mejor que los ministros se reúnan por
la noche en las gasolineras? Pepiño tiene la palabra.
ResponderEliminarPero esto ha sido siempre así. Supongo que las mejores ofertas publicitarias son para los productos malos, mientras que los buenos se venden solos. Ya lo dice el refrán: "el buen paño en el arca se vende".
La izquierda, especialmente marxista, en realidad la única pues la otra izquierda se ha dejado fagocitar, tiene que vender su producto de mala calidad y caducado y por eso hacen muy buena propaganda. La derecha por la razón que sea, es incapaz de hacer buena propaganda, aunque también sea mla y esté pasada de fecha. Y así les va.
Pacococo
Dices que esto ha sido siempre así. Pues eso es lo que yo digo en el artículo, por eso arranco en 1934 y podía haberlo arrancado incluso antes. También de acuerdo en que la derecha no sabe promocionarse, pero si algún día aprende ya será la leche.
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