miércoles, 12 de agosto de 2015

La propaganda izquierdista

La propaganda izquierdista en vida de Stalin lo convirtió en un ser beatífico rodeado a todas horas de niños y de flores. En realidad fue un tirano genocida que asesinó a varios millones de personas y expulsó de sus tierras, condenándolas a una existencia atormentada, a varios millones más.

Ya en el año 1934, cuando los socialistas decidieron echarse al monte y promover junto a Esquerra Republicana una insurrección que impusiera en España la dictadura del proletariado —en Cataluña, según Companys, debía lograrse la independencia—, Largo Caballero e Indalecio Prieto, capitostes socialistas de la época y organizadores del episodio revolucionario, acordaron que si algo salía mal debía negarse cualquier participación del PSOE. Pero no sólo decidieron eso, sino que ignorando con descaro los cientos de muertos que ellos mismos habían provocado, acabaron tergiversando la situación y culpando al Gobierno de Lerroux de represalias fascistas y asesinatos múltiples que jamás se cometieron. Lo que fue defensa de la legalidad republicana, y de la España democrática, se convirtió a manos de la propaganda izquierdista en crímenes de Estado. 


Se ha de reconocer que el socialismo más o menos real tiene práctica y arte a la hora de la artimaña. Su escuela viene de lejos y no hay que negarles que son maestros en cuestiones como la conspiración, la propaganda panfletaria o el pasar por íntegros a pesar de figurar claramente en el bando de los más corruptos de nuestra historia democrática. Por ejemplo en Andalucía: 1.000 políticos imputados y 6.000 millones defraudados. Es decir, el cinismo político de la izquierda llega a tales extremos, y es tal la pléyade de plumíferos que les apoyan a cambio de la soldada, que buena parte del pueblo está convencida que sólo el socialismo redime al hombre. 

¿Se imagina alguien que los Eres en Andalucía, entre otras enormes corruptelas, hubieran sucedido con gobiernos de la derecha? 

Con tales antecedentes, y muchos más de similar bajeza moral, no es de extrañar que hoy, cuando los izquierdistas —entre los que cabe incluir a los comunistas radicales de Podemos— nos intentan engañar una y otra vez, algo que hacen con la misma naturalidad con la que respiran, sean perfectamente conscientes de que sus mentiras apenas se sustentan si son analizadas incluso en la superficie. Pero aun así, como si lo necesitasen porque la decencia les produce urticaria, perseveran en la añagaza al conocer que les resultará lucrativa y que una parte importante del electorado no sólo les creerá con fe ciega (conozco a varios socialistas que son pura bondad), sino que al mismo tiempo se convertirá en caja de resonancia.

Así, pues, a algunos dirigentes socialistas no les importa quedar como bellacos ante ciertos analistas de opinión, ya que éstos son apenas unas docenas y sus votos valen lo mismo que los de cualquier grupo de gente confundida y crédula. mucho más numerosos. Por otra parte, la izquierda tampoco desconoce que las columnas de prensa que les son adversas quedan neutralizadas de sobras por su abundante nómina de paniaguados (ahora mismo estoy pensando en la Sexta TV). Y es que los izquierdistas no desconocen ( y saben que muchos lo sabemos) que su acceso al poder a partir del 11-M se sustentó en la consigna falsaria y en la manipulación, o en algo peor que no me atrevo ni a sugerir, y que su continuidad (o acceso) al gobierno de ciertas instituciones depende en buena medida de que se les vaya refrescando a los votantes aquellas ideas anti PP que tan buenos resultados les dieron y tan grande estafa supuso para el conjunto de la sociedad española. De ahí que la mentira se haya convertido en algo imprescindible para estos politicastros.

Otra muestra de la falsedad que no cesa son las declaraciones del portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea Regional de Murcia, Juan Durán, que ha batido el récord de cinismo al afirmar que la convocatoria a manifestarse en Murcia capital “quiere confundir a la sociedad utilizando partidistamente el deseo de Agua para Todos”. Durán insistió en que “los convocantes tienen que exigir al PP y a Valcárcel que abandonen su estrategia de confrontación contra todos (¿?) y que se alineen con aquellos que defienden las medidas aprobadas por el Gobierno, ya que el trasvase del Ebro es historia, y ahora hay que hablar del presente y del futuro”. Vamos, como si la necesidad de agua en Murcia fuese cosa de nuestros abuelos y ZP la hubiese solucionado milagrosamente a partir de la nada.

Con sus embaucadoras declaraciones, que tachan poco menos que de malhechores a los convocantes de una concentración a cargo de la Plataforma del Agua, Juan Durán demuestra que se siente molesto —sin duda teme ser mal visto por su partido si no reacciona como lo hace— ante la idea de que el PP utilice, por una buena causa, una pequeña dosis de las manifestaciones que el PSOE usaba a diario contra el Gobierno del señor Aznar. Sólo que aquí, en la postura del socialista Durán, que incurre de lleno en la desfachatez proverbial de su grupo político, podemos añadir la perversa costumbre usada desde el año 1934 por la izquierda y el nacionalismo: ¡Se debe culpar a las víctimas cuando convenga a nuestros intereses! Y al fin y al cabo es lo que hace el impresentable Durán: Culpa a las gentes que necesitan agua (víctimas) y las convierte en instrumentos manipulados por el PP contra el Gobierno de Zapatero, un Gobierno que decidió anular por decreto (jamás se lo perdonaremos los levantinos), sin ningún tipo de negociación con los afectados, la soñada (literalmente hablando) Ley Orgánica del Plan Hidrológico Nacional. Un Plan consensuado con la mayoría de los usuarios de toda España y del que ya se había ejecutado alrededor del 30%. Repito, ejecutado un 30% de la obra.

Artículo revisado, insertado inicialmente el 6 de agosto de 2004, con el título de 'Los trileros',  en Batiburrillo de Red Liberal

PD: El artículo hubiera perdido actualidad si los dirigentes izquierdistas llevaran algún tiempo comportándose como personas. No es el caso, porque Pedro Sánchez dijo que no pactaría con los nacionalistas y populistas, pero no tardó ni una semana en encamarse obscenamente con unos y con otros. De ahí que el artículo tenga pleno vigor al recordar una trayectoria tan hipócrita y perversa como la de esta gente. Un asunto de última hora es la campaña socialista contra el ministro de Interior a cuenta de su reunión con Rato. No es me parezca bien que se haya reunido, desde luego. No obstante, se me ocurre una pregunta a los de la campaña izquierdista: ¿Acaso está mejor que los ministros se reúnan por la noche en las gasolineras? Pepiño tiene la palabra. 

2 comentarios:

  1. Anónimo21:23


    Pero esto ha sido siempre así. Supongo que las mejores ofertas publicitarias son para los productos malos, mientras que los buenos se venden solos. Ya lo dice el refrán: "el buen paño en el arca se vende".

    La izquierda, especialmente marxista, en realidad la única pues la otra izquierda se ha dejado fagocitar, tiene que vender su producto de mala calidad y caducado y por eso hacen muy buena propaganda. La derecha por la razón que sea, es incapaz de hacer buena propaganda, aunque también sea mla y esté pasada de fecha. Y así les va.

    Pacococo

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    1. Dices que esto ha sido siempre así. Pues eso es lo que yo digo en el artículo, por eso arranco en 1934 y podía haberlo arrancado incluso antes. También de acuerdo en que la derecha no sabe promocionarse, pero si algún día aprende ya será la leche.

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